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LOS ULTIMOS TIEMPOS DEL REINO DE JUDA(2 Re.18,1-25,30)

 

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2 Reyes 18

1 En el año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Ajaz, rey de Judá.

2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén; el nombre de su madre era Abía, hija de Zacarías.

3 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh enteramente como David su padre.

4 El fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán.

5 Confió en Yahveh, Dios de Israel. Después de él no le ha habido semejante entre todos los reyes de Judá, ni tampoco antes.

6 Se apegó a Yahveh y no se apartó de él; guardó los mandamientos que Yahveh había mandado a Moisés.

7 Yahveh estuvo con él y tuvo éxito en todas sus empresas; se rebeló contra el rey de Asiria y no le sirvió.

8 El batió a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de guardia hasta las ciudades fortificadas.

9 En el año cuarto del rey Ezequías, que es el año séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, subió Salmanasar, rey de Asiria, contra Samaría y la asedió.

10 La conquistó al cabo de tres años. En el año sexto de Ezequías, que es el año noveno de Oseas, rey de Israel, fue conquistada Samaría.

11 El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos,

12 porque no escucharon la voz de Yahveh su Dios y violaron su alianza y todo cuanto había ordenado Moisés, siervo de Yahveh. No lo escucharon y no lo practicaron.

13 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.

14 Ezequías, rey de Judá, envió a decir a Senaquerib a Lakís: «He pecado; deja de atacarme, y haré cuanto me digas.» El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

15 Ezequías entregó todo el dinero que se encontró en la Casa de Yahveh y en los tesoros de la casa del rey.

16 En aquella ocasión Ezequías quitó las puertas del santuario de Yahveh y los batientes que..., rey de Judá, había revestido de oro, y lo entregó al rey de Asiria.

17 El rey de Asiria envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías, al copero mayor con un fuerte destacamento. Subió a Jerusalén y en llegando se colocó en el canal de la alberca superior que está junto al camino del campo del Batanero.

18 Llamó al rey, y el mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, salieron hacia él.

19 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésa en la que te fías?

20 Te has pensado que meras palabras de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero ahora ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí?

21 Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que penetra y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.

22 Pero vais a decirme: "Nosotros confiamos en Yahveh, nuestro Dios." ¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: "Os postraréis delante de este altar en Jerusalén?"

23 Pues apostad ahora con mi señor, el rey de Asiria: te daré 2.000 caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos.

24 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor? ¡Te fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!

25 Y ahora ¿es que yo he subido contra este lugar para destruirlo, sin Yahveh? Yahveh me ha dicho: Sube contra esa tierra y destrúyela.»

26 Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor, háblanos a nosotros, tus siervos, en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.»

27 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres que se encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas con vosotros?»

28 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz, en lengua de Judá, diciendo: «Escuchad la palabra del gran rey, del rey de Asiria.

29 Así habla el rey: No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros de mi mano.

30 Que Ezequías no os haga confiar en Yahveh diciendo: "De cierto nos librará Yahveh, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria."

31 No escuchéis a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Haced paces conmigo, rendíos a mi y comerá cada uno de su viña y de su higuera, y beberá cada uno de su cisterna,

32 hasta que yo llegue y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas, tierra de aceite y de miel, y viviréis y no moriréis. Pero no escuchéis a Ezequías, porque os engaña diciendo: "Yahveh nos librará."

33 ¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada uno a su tierra de la mano del rey de Asiria?

34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad, dónde están los dioses de Sefarváyim, de Hená y de Ivvá? ¿Acaso han librado a Samaría de mi mano?

35 ¿Quiénes, de entre todos los dioses de los países, los han librado de mi poder para que libre Yahveh a Jerusalén de mi mano?»

36 Calló el pueblo y no le respondió una palabra, porque el rey había dado esta orden diciendo: «No le respondáis.»

37 Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, y el secretario Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, fueron a Ezequías, desgarrados los vestidos, y le relataron las palabras del copero mayor.

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2 Reyes 19

1 Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue a la Casa de Yahveh.

2 Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los sacerdotes ancianos cubiertos de sayal, donde el profeta Isaías, hijo de Amós.

3 Ellos le dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los hijos están para salir del seno, pero no hay fuerza para dar a luz.

4 ¿No habrá oído Yahveh tu Dios, todas las palabras del copero mayor al que ha enviado el rey de Asiria su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No castigará Yahveh tu Dios, las palabras que ha oído? ¡Dirige una plegaria en favor del resto que aún queda!»

5 Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías,

6 éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahveh: No tengas miedo por las palabras que has oído, con las que me insultaron los criados del rey de Asiria.

7 Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a su tierra, y en su tierra yo le haré caer a espada.»

8 El copero mayor se volvió y encontró al rey de Asiria atacando a Libná, pues había oído que había partido de Lakís,

9 porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus: «Mira que ha salido a guerrear contra ti.» Volvió a enviar mensajeros para decir a Ezequías:

10 «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el que confías pensando: "No será entregada Jerusalén en manos del rey de Asiria".

11 Bien has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar!

12 ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis padres aniquilaron, a Gozán, a Jarán, a Résef, a los edenitas que estaban en Tel Basar?

13 ¿Dónde está el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Laír, de Sefarváyim, de Hená y de Ivvá?».

14 Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa de Yahveh y Ezequías la desenrolló ante Yahveh.

15 Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahveh: «Yahveh, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra.

16 ¡Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira! Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo.

17 Es verdad, Yahveh, que los reyes de Asiria han exterminado las naciones

18 y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han sido aniquilados.

19 Ahora pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.»

20 Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria.

21 Esta es la palabra que Yahveh pronuncia contra él: Ella te desprecia, ella te hace burla, la virgen hija de Sión. Mueve la cabeza a tus espaldas, la hija de Jerusalén.

22 ¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado tu voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel!

23 Por tus mensajeros insultas a Adonay y dices: Con mis muchos carros subo a los cumbres de los montes a las laderas del Líbano, derribo la altura de sus cedros, la flor de sus cipreses, alcanzo el postrer de sus refugios, su jardín del bosque.

24 Yo he cavado y bebido en extranjeras aguas. Secaré bajo la planta de mis pies. todos los Nilos del Egipto.

25 ¿Lo oyes bien? Desde antiguo lo tengo preparado; desde viejos días lo había planeado. Ahora lo ejecuto. Tú convertirás en cúmulos de ruinas las fuertes ciudades

26 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, son plata del campo, verdor de hierba, hierba de tejados, pasto quemado por el viento de Oriente.

27 Si te alzas o te sientas, si sales o entras, estoy presente y lo sé.

28 Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido.

29 La señal será ésta: Este año se comerá lo que rebrote, lo que nazca de sí al año siguiente. Al año tercero sembrad y segad, plantad las viñas y comed su fruto.

30 El resto que se salve de la casa de Judá echará raíces por debajo y frutos en lo alto.

31 Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión; el celo de Yahveh Sebaot lo hará.

32 Por eso, así dice Yahveh al rey de Asiria: No entrará en esta ciudad. No lanzará flechas en ella. No le opondrá escudo, ni alzará en contra de ella empalizada.

33 Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad. Palabra de Yahveh.

34 Protegeré a esta ciudad para salvarla, por quien soy y por mi siervo David.»

35 Aquella misma noche salió el Angel de Yahveh e hirió en el campamento asirio a 185.000 hombres; a la hora de despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.

36 Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive.

37 Y sucedió que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok, sus hijos Adrammélek y Saréser le mataron a espada y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó en su lugar.

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2 Reyes 20

1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: «Así habla Yahveh: Da órdenes acerca de tu casa, porque vas a morir y no vivirás.»

2 Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahveh diciendo:

3 «¡Ah, Yahveh! Dígnate recordar que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto haciendo lo recto a tu ojos.» Y Ezequías lloró con abundantes lágrimas.

4 Antes de que Isaías hubiera salido del patio central, le fue dirigida la palabra de Yahveh diciendo:

5 «Vuelve y di a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así habla Yahveh, Dios de tu padre David: He oído tu plegaria y he visto tus lágrimas y voy a curarte. Dentro de tres días subirás a la Casa de Yahveh.

6 Voy a darte quince años más de vida y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y ampararé esta ciudad por quien soy y por amor a mi siervo David.»

7 Isaías dijo: «Tomad una masa de higos.» La tomaron, la aplicaron sobre la úlcera y sanó.

8 Ezequías dijo a Isaías: «¿Cuál será la señal de que Yahveh me va a curar y dentro de tres días subiré a la Casa de Yahveh?»

9 Isaías respondió: «Esta será para ti, de parte de Yahveh, la señal de que Yahveh hará lo que ha dicho: ¿Quieres que la sombra avance diez grados o que retroceda diez grados?»

10 Ezequías dijo: «Fácil es para la sombra extenderse diez grados. No. Mejor que la sombra retroceda diez grados.»

11 El profeta Isaías invocó a Yahveh y Yahveh hizo retroceder la sombra diez grados sobre los grados que había recorrido en los grados de la habitación de arriba de Ajaz.

12 En aquel tiempo Merodak Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías porque había oído que Ezequías había estado enfermo.

13 Se alegró Ezequías por ello y enseñó a los enviados su cámara del tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite precioso, su arsenal y todo cuanto había en los tesoros; no hubo nada que Ezequías no les mostrara en su casa y en todo su dominio.

14 Fue el profeta Isaías al rey Ezequías y le dijo: «¿Qué han dicho estos hombres y de dónde han venido a ti?» Respondió Ezequías: «Han venido de un país lejano, de Babilonia.»

15 Dijo: «¿Qué han visto en tu casa?» Respondió Ezequías: «Han visto cuanto hay en mi casa; nada hay en los tesoros que no les haya enseñado.»

16 Dijo Isaías a Ezequías: «Escucha la palabra de Yahveh:

17 Vendrán días en que todo cuanto hay en tu casa y cuanto reunieron tus padres hasta el día de hoy será llevado a Babilonia; nada quedará, dice Yahveh.

18 Se tomará de entre tus hijos, los que han salido de ti, los que has engendrado, para que sean eunucos en el palacio del rey de Babilonia.»

19 Respondió Ezequías a Isaías: «Es buena la palabra de Yahveh que me dices.» Pues pensaba: «¿Qué me importa, si hay paz y seguridad en mis días?»

20 El resto de los hechos de Ezequías, toda su bravura, cómo hizo la alberca y la traída de aguas a la ciudad ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?

21 Ezequías se acostó con sus padres y reinó en su lugar su hijo Manasés.

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2 Reyes 21

1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó 55 años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jefsí Baj.

2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh según las abominaciones de las gentes que Yahveh había expulsado delante de los israelitas.

3 Volvió a edificar los altos que había destruido su padre Ezequías, alzó altares a Baal e hizo un cipo como lo había hecho Ajab, rey de Israel; se postró ante todo el ejército de los cielos y les sirvió.

4 Construyó altares en la Casa de la que Yahveh había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre.»

5 Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios de la Casa de Yahveh.

6 Hizo pasar a su hijo por el fuego; practicó los presagios y los augurios, hizo traer los adivinos y nigromantes, haciendo mucho mal a los ojos de Yahveh y provocando su cólera.

7 Colocó el ídolo de Aserá, que había fabricado, en la Casa de la que dijo Yahveh a David y Salomón su hijo: «En esta Casa y en Jerusalén, que he elegido de entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre.

8 No haré errar más los pasos de Israel fuera de la tierra que di a sus padres, con tal que procuren hacer según todo lo que les he mandado y según toda la Ley que les ordené por mi siervo Moisés.»

9 Pero no han escuchado, y Manasés los ha extraviado para que obren el mal más que las naciones que había aniquilado Yahveh delante de los israelitas.

10 Entonces habló Yahveh por boca de sus siervos, los profetas, diciendo:

11 «Porque Manasés, rey de Judá, ha hecho estas abominaciones, haciendo el mal más que cuanto hicieron los amorreos antes de él, haciendo que también Judá pecase con sus ídolos,

12 por eso, así habla Yahveh, Dios de Israel: Voy a hacer venir sobre Jerusalén y Judá un mal tan grande que a quienes lo oyeren les zumbarán los oídos.

13 Extenderé sobre Jerusalén la cuerda de Samaría y el nivel de la casa de Ajab, y fregaré a Jerusalén como se friega un plato, que se le vuelve del revés después de fregado.

14 Arrojaré el resto de mi heredad y los entregaré en manos de sus enemigos; serán presa y botín de todos sus enemigos,

15 porque hicieron lo que es malo a mis ojos y me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta este día.»

16 Manasés derramó también sangre inocente en tan gran cantidad que llenó a Jerusalén de punta a cabo, aparte del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que es malo a los ojos de Yahveh.

17 El resto de los hechos de Manasés, todo cuanto hizo, los pecados que cometió ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?

18 Manasés se acostó con sus padres y fue sepultado en el jardín de su casa, en el jardín de Uzzá, y reinó en su lugar su hijo Amón.

19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó dos años en Jerusalén; el nombre de su madre era Mesullémet, hija de Jarús de Yotbá.

20 Hizo el mal a los ojos de Yahveh como había hecho su padre Manasés.

21 Caminó enteramente por el camino que siguió su padre, sirvió a los ídolos a los que sirvió su padre y se postró ante ellos.

22 Abandonó a Yahveh, Dios de sus padres, y no anduvo por el camino de Yahveh.

23 Los siervos de Amón se conjuraron contra él y mataron al rey en su casa.

24 Mató el pueblo de la tierra a todos los conjurados contra el rey Amón, y el pueblo de la tierra proclamó rey en su lugar a su hijo Josías.

25 El resto de los hechos de Amón, lo que hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?

26 Le sepultaron en su sepulcro, en el jardín de Uzzá, y reinó en su lugar su hijo Josías.

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2 Reyes 22

1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó 31 años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yedidá, hija de Adías, de Boscat.

2 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh y anduvo enteramente por el camino de David su padre, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

3 En el año dieciocho del rey Josías, envió el rey al secretario Safán, hijo de Asalías, hijo de Mesullam, a la Casa de Yahveh diciendo:

4 «Sube donde Jilquías, sumo sacerdote, para que funda el dinero llevado a la Casa de Yahveh y que los guardianes del umbral han recogido del pueblo,

5 y que se ponga en manos de los que hacían las obras, los encargados de la Casa de Yahveh y ellos lo den a los que trabajan en la Casa para hacer las reparaciones de la Casa de Yahveh,

6 a los carpinteros y obreros de la construcción y albañiles, y para comprar maderas y piedra de cantería para la reparación de la Casa.

7 Pero no se les pida cuentas del dinero que se pone en sus manos porque se portan con fidelidad.»

8 El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán: «He hallado en la Casa de Yahveh el libro de la Ley.» Jilquías entregó el libro a Safán, que lo leyó.

9 Fue el secretario Safán al rey y le rindió cuentas diciendo: «Tus siervos han fundido el dinero en la Casa y lo han puesto en manos de los que hacen las obras, los encargados de la Casa de Yahveh.»

10 Después el secretario Safán anunció al rey: «El sacerdote Jilquías me ha entregado un libro.» Y Safán lo leyó en presencia del rey.

11 Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley rasgó sus vestiduras.

12 Y ordenó el rey al sacerdote Jilquías, a Ajicam, hijo de Safán, a Akbor, hijo de Miqueas, al secretario Safán y a Asaías, ministro del rey:

13 «Id a consultar a Yahveh por mí y por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, porque es grande la cólera de Yahveh que se ha encendido contra nosotros porque nuestros padres no escucharon las palabras de este libro haciendo lo que está escrito en él.»

14 El sacerdote Jilquías, Ajicam, Akbor, Safán y Asaías fueron donde la profetisa Juldá, mujer de Sallum, hijo de Tiqvá, hijo de Jarjás, encargado del vestuario; vivía ella en Jerusalén, en la ciudad nueva. Ellos le hablaron

15 y ella les respondió: «Así habla Yahveh, Dios de Israel: Decid al hombre que os ha enviado a mí:

16 "Así habla Yahveh: Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá,

17 porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses irritándome con todas las obras de sus manos. Mi cólera se ha encendido contra este lugar y no se apagará."

18 Y al rey de Judá, que os ha enviado para consultar a Yahveh, le diréis: "Así dice Yahveh, Dios de Israel: Las palabras que has oído...

19 Pero ya que tu corazón se ha conmovido y te has humillado en presencia de Yahveh, al oír lo que he dicho contra este lugar y contra sus habitantes, que serán objeto de espanto y execración, ya que has rasgado tus vestidos y has llorado ante mí, yo a mi vez he oído, oráculo de Yahveh.

20 Por eso voy a reunirte con tus padres y serás recibido en paz en tu sepulcro, y no verán tus ojos ninguno de los males que yo voy a traer contra este lugar."» Ellos llevaron la respuesta al rey.

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2 Reyes 23

1 El rey hizo convocar a su lado a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén,

2 y subió el rey a la Casa de Yahveh con todos los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén; los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo desde el menor al mayor; y leyó a sus oídos todas las palabras del libro de la alianza hallado en la Casa de Yahveh.

3 El rey estaba de pie junto a la columna; hizo en presencia de Yahveh la alianza para andar tras de Yahveh y guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos con todo el corazón y toda el alma, y para poner en vigor las palabras de esta alianza escritas en este libro. Todo el pueblo confirmó la alianza.

4 El rey ordenó a Jilquías, al segundo de los sacerdotes y a los encargados del umbral que sacaran del santuario de Yahveh todos los objetos que se habían hecho para Baal, para Aserá y para todo el ejército de los cielos; los quemó fuera de Jerusalén en los yermos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel.

5 Suprimió los sacerdotes paganos que pusieron los reyes de Judá y que quemaban incienso en los altos, en las ciudades de Judá y en los contornos de Jerusalén, a los que ofrecían incienso a Baal, al sol, a la luna, a los astros celestes y a todo el ejército de los cielos.

6 Sacó la Aserá de la Casa de Yahveh fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, la quemó allí en el torrente Cedrón, la redujo a cenizas y arrojó las cenizas a las tumbas de los hijos del pueblo.

7 Derribó las casas de los consagrados a la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh y donde las mujeres tejían velos para Aserá.

8 Hizo venir a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá y profanó los altos donde quemaban incienso, desde Gueba hasta Berseba. Derribó los altos de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda según se pasa la puerta de la ciudad.

9 Con todo, los sacerdotes de los altos no podían acercarse al altar de Yahveh en Jerusalén, aunque comían los panes ázimos en medio de sus hermanos.

10 Profanó el Tofet del valle de Ben Hinnom, para que nadie hiciera pasar por el fuego a su hijo o a su hija en honor de Mólek.

11 Suprimió los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al Sol, a la entrada de la Casa de Yahveh, cerca de la habitación del eunuco Netán Mélek, en las dependencias, y quemó el carro del Sol.

12 Los altares que estaban sobre el terrado de la habitación superior de Ajaz, que hicieron los reyes de Judá, y los altares que hizo Manasés en los dos patios de la Casa de Yahveh, el rey los derribó, los rompió allí y arrojó sus cenizas al torrente Cedrón.

13 El rey profanó los altos que estaban frente a Jerusalén, al sur del Monte de los Olivos, que Salomón, rey de Israel, había construido a Astarté, monstruo abominable de los sidonios, a Kemós, monstruo abominable de Moab, y a Milkom, abominación de los amonitas.

14 Rompió las estelas, cortó los cipos y llenó sus emplazamientos de los huesos humanos.

15 También el altar que había en Betel y el alto que hizo Jeroboam, hijo de Nebat, el que hizo pecar a Israel, derribó este altar y este alto, rompió las piedras, las redujo a polvo, y quemó el cipo.

16 Volvió la cabeza Josías y vio los sepulcros que habían allí en la montaña; mandó tomar los huesos de las tumbas y los quemó sobre el altar, profanándolo, y cumpliéndose así la palabra de Yahveh que había dicho al hombre de Dios cuando Jeroboam estaba en pie junto al altar durante la fiesta. Josías se volvió y vio la tumba del hombre de Dios que había dicho estas cosas;

17 y dijo: «¿Qué monumento es ése que veo?» Los hombres de la ciudad le respondieron: «Es la tumba del hombre de Dios que vino de Judá y anunció estas cosas que has hecho contra el altar de Betel.»

18 Dijo él: «Dejadle en paz. Que nadie toque sus huesos.» Y salvaron sus huesos, junto con los huesos del profeta que vino de Samaría.

19 También hizo desaparecer Josías todos los templos de los altos de las ciudades de Samaría que hicieron los reyes de Israel, irritando a Yahveh, e hizo con ellos enteramente como había hecho en Betel.

20 Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de los altos que se encontraban allí y quemó sobre ellos huesos humanos. Y se volvió a Jerusalén.

21 El rey dio esta orden a todo el pueblo: «Celebrad la Pascua en honor de Yahveh, vuestro Dios, según está escrito en este libro de la alianza.»

22 No se había celebrado una Pascua como está desde los días de los Jueces que habían juzgado a Israel, ni en los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.

23 Tan sólo en el año dieciocho del rey Josías se celebró una Pascua así en honor de Yahveh en Jerusalén.

24 También los nigromantes y los adivinos, los terafim y los ídolos y todos los monstruos abominables que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, fueron eliminados por Josías, para poner en vigor las palabras de la Ley escritas en el libro que encontró el sacerdote Jilquías en la Casa de Yahveh.

25 No hubo antes de él ningún rey que se volviera como él a Yahveh, con todo su corazón, con toda su alma y con toda su fuerza, según toda la ley de Moisés, ni después de él se ha levantado nadie como él.

26 Sin embargo, Yahveh no se volvió del ardor de su gran cólera que se había encendido contra Judá por todas las irritaciones con que le había irritado Manasés.

27 Yahveh había dicho: «También a Judá apartaré de mi presencia, como he apartado a Israel, y rechazaré a esta ciudad que había elegido, a Jerusalén y a la Casa de que había dicho: Mi Nombre estará en ella.»

28 El resto de los hechos de Josías, todo cuanto hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?

29 En sus días subió el Faraón Nekó, rey de Egipto, hacia el rey de Asiria, junto al río Eufrates. Fue el rey Josías a su encuentro, pero Nekó le mató en Meguiddó en cuanto le vio.

30 Sus servidores trasladaron en carro el cadáver desde Meguiddó, llegaron a Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro. El pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, y le ungieron y proclamaron rey, en lugar de su padre.

31 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná.

32 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como le habían hecho sus padres.

33 El Faraón Nekó lo encadenó en Riblá, en el país de Jamat, para que no reinara más en Jerusalén y puso un impuesto al país de cien talentos de plata y diez talentos de oro.

34 El faraón Nekó puso por rey a Elyaquim, hijo de Josías, en lugar de su padre Josías, y le cambió el nombre en Yoyaquim. Cuando a Joacaz, le tomó y le llevó a Egipto, donde murió.

35 Yoyaquim entregó la plata y el oro a Faraón, pero para dar el dinero según la orden de Faraón, impuso una derrama al país, a cada uno según sus bienes; apremió al pueblo de la tierra acerca del dinero que había de dar al faraón Nekó. Nekó.

36 Veinticinco años tenía Yoyaquim cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el nombre de su madre era Zebida, hija de Pedaías de Rumá.

37 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como hicieron sus padres.

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2 Reyes 24

1 En sus días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una expedición y Yoyaquim le quedó sometido durante tres años. Luego volvió a rebelarse contra él.

2 Yahveh envió contra él bandas de caldeos, bandas de arameos, bandas de moabitas y bandas de ammonitas; los envió contra Judá para destruirlo según la palabra que Yahveh había dicho por boca de sus siervos los profetas.

3 Tan sólo por orden de Yahveh ocurrió esto en Judá, para apartarlo de su presencia por los pecados de Manasés, por todo lo que había hecho,

4 y también por la sangre inocente que había derramado llenando a Jerusalén de sangre inocente. Yahveh no quiso perdonar.

5 El resto de los hechos de Yoyaquim, todo cuanto hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?

6 Se acostó Yoyaquim con sus padres y reinó en su lugar su hijo Joaquín.

7 No volvió a salir de su tierra el rey de Egipto, porque el rey de Babilonia había conquistado, desde el torrente de Egipto hasta el río Eufrates, todo cuanto era del rey de Egipto.

8 Dieciocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén; el nombre de su madre era Nejustá, hija de Elnatán, de Jerusalén.

9 Hizo el mal a los ojos de Yahveh enteramente como había hecho su padre.

10 En aquel tiempo las gentes de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la ciudad fue asediada.

11 Vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la ciudad, mientras sus siervos la estaban asediando.

12 Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia, él, su madre, sus servidores, sus jefes y eunucos; los apresó el rey de Babilonia en el año octavo de su reinado.

13 Se llevó de allí todos los tesoros de la Casa de Yahveh y los tesoros de la casa del rey, rompió todos los objetos de oro que había hecho Salomón, rey de Israel, para el santuario de Yahveh, según la palabra de Yahveh.

14 Deportó a todo Jerusalén, todos los jefes y notables, 10.000 deportados; a todos los herreros y cerrajeros; no dejó más que a la gente pobre del país.

15 Deportó a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los notables del país; los hizo partir al destierro, de Jerusalén a Babilonia.

16 Todos los hombres de valor, en número de 7.000, los herreros y cerrajeros, un millar, todos los hombres aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a Babilonia.

17 El rey de Babilonia puso por rey, en lugar de Joaquín, a su tío Mattanías, cambiando su nombre en Sedecías.

18 Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná.

19 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como había hecho Joaquín.

20 Esto sucedió a causa de la cólera de Yahveh contra Jerusalén y Judá, hasta que los arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.

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2 Reyes 25

1 En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén; acampó contra ella y la cercaron con una empalizada.

2 La ciudad estuvo sitiada hasta el año once de Sedecías.

3 El mes cuarto, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la ciudad y no había pan para la gente del pueblo,

4 se abrió una brecha en la ciudad y el rey partió con todos los hombres de guerra, durante la noche, por el camino de la Puerta, entre los dos muros que están sobre el parque del rey, mientras los caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fue por el camino de la Arabá.

5 Las tropas caldeas persiguieron al rey y le dieron alcance en los llanos de Jericó; entonces todo el ejército se dispersó de su lado.

6 Capturaron al rey y lo subieron a Riblá donde el rey de Babilonia, que lo sometió a juicio.

7 Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a Sedecías le sacó los ojos, le encadenó y le llevó a Babilonia.

8 En el mes quinto, el siete del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nebuzaradán, jefe de la guardia, siervo del rey de Babilonia, vino a Jerusalén.

9 Incendió la Casa de Yahveh y la casa del rey y todas las casas de Jerusalén.

10 Todas las tropas caldeas que había con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban a Jerusalén.

11 Cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de la gente, Nebuzaradán, jefe de la guardia, los deportó.

12 El jefe de la guardia dejó algunos para viñadores y labradores de entre la gente pobre.

13 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la Casa de Yahveh, las basas, el Mar de bronce de la Casa de Yahveh, y se llevaron el bronce a Babilonia.

14 Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían.

15 El jefe de la guardia tomó los incensarios y los aspersorios, cuanto había de oro y plata.

16 Cuanto a las dos columnas, el Mar y las basas que Salomón había hecho para la Casa de Yahveh, no se pudo calcular el peso del bronce de todos aquellos objetos.

17 La altura de una columna era dieciocho codos, y encima tenía un capitel de bronce; la altura del capitel era cinco codos; había un trenzado y granadas en torno al capitel, todo de bronce. Lo mismo para la segunda columna.

18 El jefe de la guardia tomó preso a Seraías, primer sacerdote, y a Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados del umbral.

19 Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres de guerra, a cinco hombres de los cortesanos del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del alistamiento del pueblo de la tierra, y a sesenta hombres de la tierra que se hallaban en la ciudad.

20 Nebuzaradán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia;

21 y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en el país de Jamat. Así fue deportado Judá, lejos de su tierra.

22 Al pueblo que quedó en la tierra de Judá y que había dejado Nabucodonosor, rey de Babilonia, le puso por gobernador a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán.

23 Todos los jefes de tropas y sus hombres oyeron que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Godolías y fueron donde Godolías a Mispá: Ismael, hijo de Netanías, Yojanán, hijo de Caréaj, Seraías, hijo de Tanjumet el netofita, Yaazanías de Maaká, ellos y sus hombres.

24 Godolías les hizo un juramento, a ellos y a sus hombres, y les dijo: «No temáis nada de los siervos de los caldeos, quedaos en el país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.»

25 Pero en el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, que era de linaje real, vino con diez hombres e hirieron de muerte a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con él, en Mispá.

26 Entonces todo el pueblo, desde el más pequeño al más grande, y los jefes de tropas se levantaron y se fueron a Egipto, porque tuvieron miedo de los caldeos.

27 En el año 37 de la deportación de Joaquín, rey de Judá, en el mes doce, el veintisiete del mes, Evil Merodak, rey de Babilonia, hizo gracia, en el año en que comenzó a reinar, a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel.

28 Le habló con benevolencia y le dio un asiento superior al asiento de los reyes que estaban con él en Babilonia.

29 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre a la mesa en su presencia, todos los días de su vida.

30 Le fue dado constantemente su sustento de parte del rey, día tras día, todos los días de su vida.

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