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2ª COLECCION DE SENTENCIAS (Si.15,1-29,28)

 

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Eclesiástico 15

1 Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría.

2 Como una madre le sale ella al encuentro, le acoge como una esposa virgen.

3 Le alimenta con pan de inteligencia, el agua de la sabiduría le da a beber.

4 Se apoya él en ella y no se dobla, a ella se adhiere y no queda confundido.

5 Ella le exalta por encima de sus prójimos, en medio de la asamblea le abre la boca.

6 Contento y corona de gloria encuentra él, nombre eterno en herencia recibe.

7 Jamás la lograrán los insensatos, los pecadores nunca la verán.

8 Lejos está del orgullo, los mentirosos no se acuerdan de ella.

9 No cabe la alabanza en boca del pecador, porque no le viene del Señor.

10 Que en la sabiduría se expresa la alabanza, y el Señor la guía por buen camino.

11 No digas: «Por el Señor me he apartado», que lo que él destesta, no lo hace.

12 No digas: «El me ha extraviado», pues él no ha menester del pecador.

13 Toda abominación odia el Señor, tampoco la aman los que le temen a él.

14 El fue quien al principio hizo al hombre, y le dejó en manos de su propio albedrío.

15 Si tú quieres, guardarás los mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito.

16 El te ha puesto delante fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano.

17 Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará.

18 Que grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder, todo lo ve.

19 Sus ojos están sobre los que le temen, él conoce todas las obras del hombre.

20 A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar.

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Eclesiástico 16

1 No desees multitud de hijos malvados, no te goces en tener hijos impíos.

2 Aunque sean muchos, no te goces en ellos, si con ellos no se halla el temor del Señor.

3 No pongas en su vida tu confianza, ni te creas seguro por ser muchos, que más vale uno que mil, y morir sin hijos que tener hijos impíos.

4 Pues uno solo inteligente poblará una ciudad mas la raza de los sin ley quedará despoblada.

5 Muchas cosas así han visto mis ojos, y más graves aún oyeron mis oídos.

6 En la reunión de los pecadores prende el fuego, contra la nación rebelde se inflama la Cólera.

7 No perdonó él a los antiguos gigantes que se rebelaron fiados de su fuerza.

8 No pasó por alto al vecindario de Lot, a los que abominaba por su orgullo.

9 No se apiadó de la nación perdida, de los que estaban engreídos en sus pecados.

10 Igual trató a los seiscientos mil de a pie que se habían unido en la dureza de su corazón.

11 Aunque fuera uno solo el de dura cerviz, sería asombroso que quedara impune. Pues misericordia e ira están con El, tan poderoso en perdón como pródigo en ira.

12 Tan grande como su misericordia es su severidad, según sus obras juzga al hombre.

13 No escapará el pecador con su rapiña, ni quedará fallida la paciencia del piadoso.

14 Para toda limosna tiene él un sitio, cada cual hallará según sus obras.

17 No digas: «Del Señor me esconderé, y ¿quién allá arriba se acordará de mí? Entre la gran muchedumbre no seré reconocido, pues ¿qué soy yo en la inmensa creación?»

18 Mira, el cielo, y el cielo de los cielos, el abismo y la tierra serán sacudidos a la hora de su visita.

19 A una los montes y los cimientos de la tierra bajo su mirada temblarán de espanto.

20 Mas en todo esto no piensa el corazón del hombre, y en sus caminos, ¿quién repara?

21 Hay tempestad que no ve el hombre, y la mayoría de sus obras se hacen en secreto.

22 «Las obras de la justicia, ¿quién las anuncia? ¿quién las aguarda? ¡Pues la alianza está lejos!»

23 Esto piensa el ruin de corazón; el estúpido, el perdido, sólo piensa necedades.

24 Escúchame, hijo, y el saber aprende, aplica tu corazón a mis palabras.

25 Con mesura te revelaré la doctrina, con precisión anunciaré el saber.

26 Cuando creó el Señor sus obras desde el principio, desde que las hizo les asignó su puesto.

27 Ordenó para la eternidad sus obras, desde sus comienzos por todas sus edades. Ni tienen hambre ni se cansan, y eso que no abandonan su tarea.

28 Ninguna choca con otra, jamás desobedecen su palabra.

29 Después de esto el Señor miró a la tierra, y de sus bienes la colmó.

30 De todo ser viviente cubrió su faz, y a ella vuelven todos.

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Eclesiástico 17

1 De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo le hizo volver a ella.

2 Días contados le dio y tiempo fijo, y dioles también poder sobre las cosas de la tierra.

3 De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo.

4 Sobre toda carne impuso su temor para que dominara a fieras y volátiles.

6 Les formó lengua, ojos, oídos, y un corazón para pensar.

7 De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal.

8 Puso su ojo en sus corazones, para mostrarles la grandeza de sus obras.

10 Por eso su santo nombre alabarán, contando la grandeza de sus obras.

11 Aun les añadió el saber, la ley de vida dioles en herencia.

12 Alianza eterna estableció con ellos, y sus juicios les enseñó.

13 Los ojos de ellos vieron la grandeza de su gloria, la gloria de su voz oyeron sus oídos.

14 Y les dijo: «Guardaos de toda iniquidad», y a cada cual le dio órdenes respecto de su prójimo.

15 Sus caminos están ante él en todo tiempo, no se ocultan a sus ojos.

17 A cada nación asignó un jefe, mas la porción del Señor es Israel.

19 Todas sus obras están ante él, igual que el sol, e incesantes sus ojos sobre sus caminos.

20 No se le ocultan sus iniquidades, todos sus pecados están ante el Señor.

22 La limosna del hombre es como un sello para él, el favor del hombre lo guarda como la pupila de sus ojos.

23 Después se levantará y les retribuirá, sobre su cabeza pondrá su recompensa.

24 Pero a los que se arrepienten les concede retorno, y consuela a los que perdieron la esperanza.

25 Conviértete al Señor y deja tus pecados, suplica ante su faz y quita los obstáculos.

26 Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia, odia con toda el alma la abominación.

27 ¿Quién en el seol alabará al Altísimo si los vivientes no le dan gloria?

28 No hay alabanza que venga de muerto, como de quien no existe; es el que vive y goza de salud quien alaba al Señor.

29 ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que a él se convierten!

30 Pues no todo puede estar en poder de los hombres, que no es inmortal el hijo de hombre.

31 ¿Qué hay más luminoso que el sol? Con todo, desaparece. Mas la carne y la sangre sólo el mal conciben.

32 Al ejército de lo alto de los cielos pasa él revista, pero polvo y ceniza son los hombres.

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Eclesiástico 18

1 El que vive eternamente lo creó todo por igual,

2 sólo el Señor será llamado justo.

4 A nadie dio poder de proclamar sus obras, pues ¿quién podrá rastrear sus maravillas?

5 El poder de su majestad, ¿quién lo calculará? ¿quién pretenderá contar sus misericordias?

6 Nada hay que quitar, nada que añadir, y no se pueden rastrear las maravillas del Señor.

7 Cuando el hombre cree acabar, comienza entonces, cuando se para, se queda perplejo.

8 ¿Qué es el hombre? ¿para qué sirve? ¿cuál es su bien y cuál su mal?

9 El número de los días del hombre mucho será si llega a los cien años.

10 Como gota de agua del mar, como grano de arena, tan pocos son sus años frente a la eternidad.

11 Por eso el Señor es paciente con ellos, y derrama sobre ellos su misericordia.

12 El ve y sabe que su fin es miserable, por eso multiplica su perdón.

13 La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo, la misericorida del Señor abarca a todo el mundo. El reprende, adoctrina y enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño.

14 Tiene piedad de los que acogen la instrucción, y de los que se afanan por sus juicios.

15 Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche ni a tus regalos juntes palabras tristes.

16 ¿No aplaca el rocío el viento ardiente? Así vale más la palabra que el regalo.

17 ¿No ves que la palabra es más que un buen presente? Pues el hombre dadivoso une los dos.

18 El necio aun sin dar hace afrenta, quema los ojos el don del envidioso.

19 Antes de hablar infórmate, cuídate antes de estar enfermo.

20 Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita encontrarás perdón.

21 Antes de estar enfermo humíllate, cuando peques muestra arrepentimiento.

22 Nada te impida cumplir tu voto en el momento dado, no aguardes hasta la muerte para justificarte.

23 Antes de hacer un voto prepárate; no seas como el hombre que tienta al Señor.

24 Acuérdate de la ira de los últimos días, y del momento del castigo, cuando Dios vuelva su rostro.

25 En tiempo de abundancia recuerda el tiempo de hambre, la pobreza y la penuria en días de riqueza.

26 De la mañana a la tarde corre el tiempo, todo pasa presto delante del Señor.

27 El hombre sabio es precavido en todo, en la ocasión de pecar se anda con cuidado.

28 Todo hombre prudente conoce la sabiduría, al que la encuentra le da su parabién.

29 Los prudentes en palabras hacen sabiduría y prodigan los proverbios acertados.

30 No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena.

31 Si te consientes en todos los deseos, te harás la irrisión de tus enemigos.

32 No te complazcas en la buena vida, no te avengas a asociarte con ella.

33 No te empobrezcas festejando con dinero prestado, cuando nada tienes en tu bolsa.

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Eclesiástico 19

1 Un obrero bebedor nunca se enriquecerá, el que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco caerá.

2 Vino y mujeres pervierten a los inteligentes, el que va a prostitutas es aún más temerario.

3 De larvas y gusanos será herencia, el temerario perderá su vida.

4 Quien se confía enseguida, ligero es de corazón, el que peca, a sí mismo se hace daño.

5 El que se regodea en el mal será condenado,

6 el que odia la verborrea escapará al mal.

7 No repitas nunca lo que se dice, y en nada sufrirás menoscabo.

8 Ni a amigo ni a enemigo cuentes nada, a menos que sea pecado para ti, no le descubras.

9 Porque te escucharía y se guardaría de ti, y en la ocasión propicia te detestaría.

10 ¿Has oído algo? ¡Quede muerto en ti! ¡Animo, no reventarás!

11 Por una palabra oída ya está el necio en dolores, como por el hijo la mujer que da a luz.

12 Una flecha clavada en el muslo, tal es la palabra en las entrañas del necio.

13 Interoga a tu amigo: quizá no haya hecho nada, y si acaso lo ha hecho, para que no reincida.

14 Interroga a tu prójimo: quizá no ha dicho nada, y si acaso lo ha dicho, para que no repita.

15 Interroga a tu amigo: que hay calumnia a menudo, no creas todo lo que se dice.

16 A veces se resbala uno sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua?

17 Interroga a tu prójimo antes de amenazarle, y obedece a la ley del Altísimo.

20 Toda sabiduría es temor del Señor, y en toda sabiduría se practica la ley.

22 Mas no es sabiduría el conocimiento del mal, no está en el consejo de los pecadores la prudencia.

23 Hay un saberlo todo que es abominación, es estúpido el que carece de sabiduría.

24 Más vale ser vacío de inteligencia y lleno de temor, que desbordar prudencia y traspasar la ley.

25 Hay un saberlo todo que sirve a la injusticia, que para mantener el derecho usa de argucias.

26 Hay malhechor que anda encorvado por el tedio, mas su interior está lleno de dolo:

27 tapándose la cara, haciéndose el sordo, mientras no es reconocido te tomará la delantera.

28 Si por su escasa fuerza no se atreve a pecar, en cuanto encuentre ocasión, se dará a hacer el mal.

29 Por la mirada se reconoce al hombre, por el aspecto del rostro se reconoce al pensador.

30 El atuendo del hombre, la risa de sus dientes, su caminar revelan lo que es.

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Eclesiástico 20

1 Hay reprensión intempestiva, y hay silencioso de verdad sensato.

2 ¡Cuánto mejor reprender que estar airado!

3 El que se acusa de su falta evita la pena.

4 Como pasión de eunuco por desflorar a una moza, así el que ejecuta la justicia con violencia.

5 Hay silencioso tenido por sabio, y quien se hace odioso por su verborrea.

6 Hay quien se calla por no tener respuesta, y quien se calla porque sabe su hora.

7 El sabio guarda silencio hasta su hora, mas el fanfarrón e insensato adelanta el momento.

8 El desmedido en palabras se hace abominable, y el que pretende imponerse se hace odioso.

9 Hay quien encuentra fortuna en la desgracia, y hay suerte que acaba en postración.

10 Hay dádiva que no te da provecho, y dádiva que recibe el doble.

11 Hay postración causada por la gloria, y hay quien, desde la humillación, levanta la cabeza.

12 Hay quien compra mucho con poco dinero, pero luego lo paga siete veces más caro.

13 Por sus palabras se hace amable el sabio, mas los favores de los necios se malgastan.

14 El don del insensato no te sirve de nada, porque sus ojos no son uno, son muchos;

15 da poco y echa en cara mucho, y abre su boca como un pregonero; presta hoy y mañana reclama, es un hombre detestable este sujeto.

16 Dice el necio: «No tengo ni un amigo, no hay gratitud para mis beneficios;

17 los que comen mi pan tienen lengua insolente.» ¡Cuántos con frecuencia se ríen de él!

18 Mejor es resbalar en empredado que resbalar con la lengua, así la caída de los malos llega de repente.

19 Hombre sin gracia es cuento inoportuno por boca de ignorantes repetido.

20 De boca de necio no se acepta el proverbio, pues jamás lo dice a su hora.

21 Hay quien no puede pecar por indigencia: en su reposo no tendrá remordimiento.

22 Hay quien se pierde a sí mismo por vergüenza, por respeto a un insensato se pierde.

23 Hay quien por timidez hace promesas a su amigo, y así, por nada se gana un enemigo.

24 Gran baldón para un hombre la mentira en boca de ignorantes repetida.

25 Es preferible un ladrón que el que persiste en la mentira, aunque ambos heredarán la perdición.

26 El hábito de mentiroso es una deshonra, su vergüenza le acompaña sin cesar.

27 Por sus palabras el sabio se hace grande, y el hombre sensato a los grandes agrada.

28 El que cultiva la tierra llena hasta arriba su granero, el que agrada a los grandes expía la injusticia.

29 Presentes y regalos ciegan los ojos de los sabios, como bozal en boca ahogan los reproches.

30 Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?

31 Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.

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Eclesiástico 21

1 Hijo, ¿has pecado? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus pecados anteriores.

2 Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres.

3 Como espada de dos filos es toda iniquidad, para su herida no hay remedio.

4 El terror y la violencia arrasan la riqueza, así quedará arrasada la casa del orgulloso.

5 La oración del pobre va de su boca a los oídos de Dios, y el juicio divino no se deja esperar.

6 El que odia la reprensión sigue las huellas del pecador, el que teme al Señor se convierte en su corazón.

7 De lejos se conoce al charlatán, y el hombre reflexivo le adivina los deslices.

8 Quien edifica su casa con dinero ajeno es como el que amontona piedras para su tumba.

9 Estopa hacinada es la reunión de los sin ley, su meta es la llama de fuego.

10 El camino de los pecadores está bien enlosado, pero a su término está la fosa del seol.

11 El que guarda la Ley controla sus ideas, la meta del temor del Señor es la sabiduría.

12 No alcanzará doctrina quien no es habilidoso, pero no hay habilidades que llenan de amargura.

13 La ciencia del sabio crecerá como una inundación, y su consejo será fuente de vida.

14 El interior del necio es como un vaso roto, que no retiene ningún conocimiento.

15 Si un hombre de saber oye palabra sabia, la elogia y otra suya añade. Si la oye el libertino, le desagrada y la echa detrás de sus espaldas.

16 El relato del necio es como fardo en el camino, mas en los labios del inteligente se halla gracia.

17 La boca del sensato es buscada en la asamblea, sus palabras se meditan de corazón.

18 Como casa en ruinas, así la sabiduría del necio, el conocimiento del tonto, palabras incoherentes.

19 Cadenas en los pies, es la educación para el mentecato, como esposas en su mano derecha.

20 El necio, cuando ríe, lo hace a carcajadas, mas el hombre sensato apenas si sonríe.

21 Adorno de oro es la educación para el sensato, como un brazalete en su brazo derecho.

22 El pie del necio entra rápido en la casa, el hombre experimentado se presenta con modestia.

23 Desde la puerta el insensato fisga el interior, el hombre bien educado queda afuera.

24 Es falta de educación escuchar a la puerta, tal descortesía indigna al sensato.

25 Los labios de los habladores repiten las palabras ajenas, mas las palabras de los prudentes se pesan en balanza.

26 En la boca de los necios está su corazón, pero el corazón de los sabios es su boca.

27 Cuando el impío maldice a Satanás, a sí mismo se maldice.

28 El murmurador mancha su propia alma, y es detestado por el vecindario.

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Eclesiástico 22

1 A una piedra sucia se parece el perezoso, todo el mundo silba sobre su deshonra.

2 Bola de excrementos es el perezoso, que todo el que la toca se sacude la mano.

3 Es vergüenza de un padre tener un hijo ineducado, pero la hija le nace ya para su confusión.

4 Para la hija prudente la herencia es su marido, la desvergonzada es la tristeza de su progenitor.

5 La hija insolente es la vergüenza del padre y del marido, y por los dos es despreciada.

6 Música en duelo es un relato inoportuno, azotes y corrección son siempre sabiduría.

9 Como pegar cascotes es enseñar al necio, o despertar al que duerme con sueño pesado.

10 Conversar con el necio es conversar con un dormido; al acabar dirá: «¿Qué estás diciendo?»

11 Llora al muerto, pues la luz le abandonó, llora también al necio, porque dejó la inteligencia. Llora más suavemente al muerto, porque ya reposa, que la vida del necio es peor que la muerte.

12 El duelo por un muerto dura siete días, por el necio y el impío, todos los días de su vida.

13 Con el insensato no multipliques las palabras, con el tonto no vayas de camino; guárdate de él para evitar el aburrimiento, y para que su contacto no te manche. Apártate de él y encontrarás descanso, y no te enervarán sus arrebatos.

14 ¿Qué hay más pesado que el plomo? ¿qué nombre dar a esto sino «necio»?

15 Arena, sal, o una bola de hierro son más fáciles de llevar que el hombre tonto.

16 El maderamen bien trabado de una casa ni por un terremoto es dislocado; así un corazón firme por reflexión madura, llegado el momento no se achica.

17 Corazón apoyado en reflexión prudente es como revoque de arena en pared raspada.

18 Estacas plantadas en altura no resisten al viento; así el corazón del necio, falto de reflexión, ante un miedo cualquiera no resiste.

19 Quien hiere el ojo hace correr las lágrimas, quien hiere el corazón descubre el sentimiento.

20 Quien tira una piedra a un pájaro, lo ahuyenta, quien afrenta al amigo, rompe la amistad.

21 Si has sacado la espada contra tu amigo, no desesperes, que aún puede volver;

22 si contra tu amigo has abierto la boca, no te inquietes, que aún cabe reconciliación, salvo caso de ultraje, altanería, revelación de secreto, golpe traidor, que ante esto se marcha todo amigo.

23 Gana la confianza de tu prójimo en la pobreza, para que, en su prosperidad, con él te satisfagas; en tiempo de tribulación permanece con él, para que cuando herede con él lo compartas.

24 Antes del fuego sale vapor del horno y humo, así las injurias preceden a la sangre.

25 No me avergonzaré yo de proteger a un amigo, de su presencia no me esconderé;

26 y si por su causa me ocurre algún mal, todo el que lo oiga se guardará de él.

27 ¿Quién pondrá guardia a mi boca, y a mis labios sello de prudencia, para que no venga a caer por su culpa, y que mi lengua no me pierda?

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Eclesiástico 23

1 Oh Señor, padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga.

2 ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados?

3 No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo.

4 Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos,

5 aparta de mí la pasión.

6 Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me entregues al deseo impúdico.

7 La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo.

8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos.

9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo.

10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado.

11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades.

12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan.

13 A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra de pecado.

14 Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento.

15 El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia.

16 Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira:

17 El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto.

18 El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: «¿Quién me ve?; la oscuridad me envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de mis pecados»,

19 lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones más ocultos.

20 Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas.

21 En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba.

22 Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero.

23 Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha cometido adulterio y de otro hombre le ha dado hijos.

24 Esta será llevada a la asamblea, y sobre sus hijos se hará investigación.

25 Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos.

26 Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará.

27 Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor.

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Eclesiástico 24

1 La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.

2 En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.

3 «Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.

4 Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.

5 Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé.

6 Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio.

7 Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme.

8 Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel."

9 Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré.

10 En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado,

11 en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.

12 He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.

13 Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón.

14 Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado.

15 Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda.

16 Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.

17 Como la vid he hecho germinar la gracia, y mis flores son frutos de gloria y riqueza.

19 Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.

20 Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.

21 Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.

22 Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»

23 Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;

25 la que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;

26 la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;

27 la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.

28 El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.

29 Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.

30 Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,

31 y dije: «Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar.» Y que aquí que mi canal se ha convertido en río, y mi río se ha hecho un mar.

32 Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.

33 Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.

34 Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.

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Eclesiástico 25

1 La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.

2 En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.

3 «Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.

4 Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.

5 Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé.

6 Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio.

7 Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme.

8 Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel."

9 Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré.

10 En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado,

11 en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.

12 He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.

13 Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón.

14 Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado.

15 Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda.

16 Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.

17 Como la vid he hecho germinar la gracia, y mis flores son frutos de gloria y riqueza.

19 Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.

20 Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.

21 Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.

22 Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»

23 Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;

25 la que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;

26 la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;

27 la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.

28 El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.

29 Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.

30 Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,

31 y dije: «Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar.» Y que aquí que mi canal se ha convertido en río, y mi río se ha hecho un mar.

32 Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.

33 Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.

34 Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.

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Eclesiástico 26

1 Feliz el marido de mujer buena, el número de sus días se duplicará.

2 Mujer varonil da contento a su marido, que acaba en paz la suma de sus años.

3 Mujer buena es buena herencia, asignada a los que temen al Señor:

4 sea rico o pobre, su corazón es feliz, en todo tiempo alegre su semblante.

5 Tres cosas hay que teme mi corazón, y una cuarta me espanta: desunión de ciudad, motín de plebe, y falsa acusación: todo ello más penoso que la muerte;

6 pero dolor de corazón y duelo es una mujer celosa de otra, látigo de lengua que con todos se enzarza.

7 Yugo mal sujeto es la mujer mala, tratar de dominarla es como agarrar un escorpión.

8 Blanco de gran ira es la mujer bebedora, no podrá ocultar su ignominia.

9 La lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce.

10 Sobre hija desenvuelta refuerza la guardia, no sea que, si ve descuido, se aproveche.

11 Guárdate de ir tras ojos descarados, no te extrañes si te llevan al mal.

12 Cual caminante sediento abre ella la boca, y de toda agua que se topa bebe; ante toda clavija de tienda, impúdica, se sienta, y a toda flecha abre su aljaba.

13 La gracia de la mujer recrea a su marido, y su ciencia reconforta sus huesos.

14 Un don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada.

15 Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma.

16 Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden.

17 Lámpara que brilla en sagrado candelero es la hermosura de un rostro sobre un cuerpo esbelto.

18 Columnas de oro sobre basas de plata, las bellas pierras sobre talones firmes.

28 Dos cosas entristecen mi corazón y la tercera me produce mal humor: el guerrero que desfallece de indigencia, los inteligentes cuando son menospreciados, y el que de la justicia al pecado reincide: el Señor le destina a la espada.

29 Difícilmente se libra de falta el negociante, el comerciante no quedará limpio de pecado.

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Eclesiástico 27

1 Por amor a la ganancia han pecado muchos, el que trata de enriquecerse desvía la mirada.

2 Entre dos piedras juntas se planta una estaca, y entre venta y compra se introduce el pecado.

3 Quien no se aferra enseguida al temor del Señor, pronto verá derruida su casa.

4 Cuando la criba se sacude, quedan los desechos; así en su reflexión se ven las vilezas del hombre.

5 El horno prueba las vasijas de alfarero, la prueba del hombre está en su razonamiento.

6 El fruto manifiesta el cultivo del árbol; así la palabra, el del pensamiento del corazón humano.

7 Antes que se pronuncie no elogies a nadie, que esa es la prueba de los hombres.

8 Si persigues la justicia, la alcanzarás, y la revestirás como túnica de gloria.

9 Los pájaros van a posarse donde sus semejantes, la verdad vuelve a quienes la practican.

10 El león acecha a su presa, así el pecado a los que practican la injusticia.

11 La conversación del piadoso es siempre sabiduría, mas el insensato cambia como la luna.

12 En medio de imbéciles aguarda tu momento, entre los que piensan demórate.

13 La conversación de los necios es algo irritante, su risa estalla en la molicie del pecado.

14 El hablar del jurador eriza los cabellos, ante sus disputas se tapan los oídos.

15 Disputa de orgullosos trae efusión de sangre, sus injurias son penosas de oír.

16 Quien revela los secretos, pierde el crédito, no encontrará jamás amigo íntimo.

17 Ama a tu amigo y confíate a él, mas si revelas sus secretos, deja de ir tras él;

18 porque como el que mata elimina a su víctima, así has destruido la amistad de tu compañero.

19 Como a pájaro que soltaste de tu mano, así has perdido a tu compañero y no lo recobrarás.

20 No vayas en su busca, porque se fue lejos, huyó como gacela de la red.

21 Que la herida puede ser vendada, y para la injuria hay reconciliación, pero el que reveló el secreto, perdió toda esperanza.

22 Quien guiña el ojo, anda urdiendo el mal, nadie podrá apartarle de él.

23 Ante tus ojos pone dulce su boca, y por tus palabras muestra admiración; mas después cambia de lenguaje, y con tus palabras anda dando escándalo.

24 Muchas cosas detesto, mas nada como a éste, y también el Señor le detesta.

25 Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira, el golpe a traición devuelve heridas.

26 Quien cava una fosa, caerá en ella, quien tiende una red, en ella quedará preso.

27 Quien hace el mal, lo verá caer sobre sí sin saber de dónde le viene.

28 Escarnio y ultraje son cosa de orgulloso, mas la venganza como león le acecha.

29 Caerán en la red los que se alegran de la caída de los piadosos, el dolor los consumirá antes de su muerte.

30 Rencor e ira son también abominables, esa es la propiedad del pecador.

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Eclesiástico 28

1 El que se venga, sufrirá venganza del Señor, que cuenta exacta llevará de sus pecados.

2 Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados.

3 Hombre que a hombre guarda ira, ¿cómo del Señor espera curación?

4 De un hombre como él piedad no tiene, ¡y pide perdón por sus propios pecados!

5 El, que sólo es carne, guarda rencor, ¿quién obtendrá el perdón de sus pecados?

6 Acuérdate de las postrimerías, y deja ya de odiar, recuerda la corrupción y la muerte, y sé fiel a los mandamientos.

7 Recuerda los mandamientos, y no tengas rencor a tu prójimo, recuerda la alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.

8 Absténte de disputas y evitarás el pecado, porque el apasionado atiza las disputas.

9 El pecador enzarza a los amigos, entre los que están en paz siembra discordia.

10 Según sea la leña, así arde el fuego, según su violencia, arde la disputa; según la fuerza del hombre es su furor y conforme a su riqueza sube su ira.

11 Riña súbita prende fuego, disputa precipitada vierte sangre.

12 Si soplas una chispa, prenderá, si la escupes, se apagará, y ambas cosas salen de tu boca.

13 Al soplón de lengua doble, maldícele, que ha perdido a muchos que vivían en paz.

14 A muchos sacudió la lengua triple, los dispersó de nación en nación; arrasó ciudades fuertes y derruyó casas de magnates.

15 La lengua triple repudió a mujeres varoniles, las privó del fruto de sus trabajos.

16 El que la atiende no encontrará reposo, ni plantará su tienda en paz.

17 El golpe del látigo produce cardenales, el golpe de la lengua quebranta los huesos.

18 Muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua.

19 Feliz el que de ella se resguarda, el que no pasa a través de su furor, el que su yugo no ha cargado, ni ha sido atado con sus coyundas.

20 Porque su yugo es yugo de hierro, y coyundas de bronce sus coyundas.

21 Muerte funesta la muerte que ella da, ¡el seol es preferible a ella!

22 Mas no tiene poder sobre los piadosos, en su llama no se quemarán.

23 Los que abandonan al Señor caerán en ella, en ellos arderá y no se apagará. Como un león se lanzará contra ellos, como una pantera los desgarrará.

24 Mira, cerca tu hacienda con espinos, encierra bien tu plata y tu oro.

25 A tus palabras pon balanza y peso, a tu boca pon puerta y cerrojo.

26 Guárdate bien de resbalar por ella, no sea que caigas ante el que te acecha.

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Eclesiástico 29

1 Quien hace misericordia, presta al prójimo, quien le apoya con su mano, guarda los mandamientos.

2 Presta a tu prójimo cuando se halle en necesidad, y por tu parte restituye a tiempo al prójimo.

3 Mantén tu palabra y ten confianza en él, y en toda ocasión encontrarás lo que necesitas.

4 Muchos consideran el préstamo como una ganga, y a los que les han socorrido causan sinsabores.

5 Hasta que no recibe, besa las manos de su prójimo, y ante su dinero humilla la voz; pero al tiempo de la restitución da largas, responde con palabras negligentes y echa la culpa a las circustancias.

6 Si puede, el otro recibirá apenas la mitad, y aun lo tendrá como una ganga. Si no, se quedará sin su dinero, y se habrá ganado sin necesidad un enemigo, que le devolverá maldiciones e injurias y le dará, en vez de gloria, vilipendio.

7 Muchos, sin malicia, vuelven las espaldas, pues temen ser despojados sin necesidad.

8 Pero con el humilde muéstrate paciente, y a tu limosna no des largas.

9 En atención al mandamiento, acoge al indigente, según su necesidad no le despidas vacío.

10 Gasta dinero por el hermano y el amigo, que no se te enroñe bajo la piedra y lo pierdas.

11 Coloca tu tesoro según los mandamientos del Altísimo, y te dará provecho más que el oro.

12 Encierra la limosna en tus graneros, ella te preservará de todo mal.

13 Mejor que recio escudo y que pesada lanza frente al enemigo combatirá por ti.

14 El hombre bueno sale fiador de su prójimo, el que ha perdido la vergüenza, lo deja abandonado.

15 No olvides los favores de tu fiador, pues él se ha expuesto por ti.

16 El pecador dilapida los bienes de su fiador, el ingrato abandona en su corazón al que le ha salvado.

17 La fianza perdió a muchos que iban bien, los sacudió como ola del mar.

18 Echó de su patria a hombres poderosos, que anduvieron errando por naciones extrañas.

19 Pecador que se presta a la fianza buscando especular, incurre en juicio.

20 Acoge al prójimo según tus recursos, y cuida de no caer tú mismo.

21 Lo primero para vivir es agua, pan, vestido, y casa para abrigarse.

22 Más vale vida de pobre bajo techo de tablas que comida suntuosa en casa de extraños.

23 En lo poco y en lo mucho ten buena cara, y no escucharás reproches de tu huésped.

24 Triste vida andar de casa en casa: donde te hospedes no podrás abrir la boca.

25 Hospedarás y darás de beber a desagradecidos, y encima tendrás que oír cosas amargas:

26 «Pasa, huésped, adereza la mesa, si tienes algo a mano, dame de comer.»

27 - «Vete, huésped, cede el puesto a uno más digno, viene a hospedarse mi hermano, necesito la casa.»

28 Duro es para un hombre de sentimiento tal desprecio de la casa, tal insulto propio para un deudor.

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