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3ª COLECCION DE SENTENCIAS (Si.30,1-42,14)

 

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Eclesiástico 30

1 El que ama a su hijo, le azota sin cesar, para poderse alegrar en su futuro.

2 El que enseña a su hijo, sacará provecho de él, entre sus conocidos de él se gloriará.

3 El que instruye a su hijo, pondrá celoso a su enemigo, y ante sus amigos se sentirá gozoso.

4 Murió su padre, y como si no hubiera muerto, pues dejó tras de sí un hombre igual que él.

5 En su vida le mira con contento, y a su muerte no se siente triste.

6 Contra sus enemigos deja un vengador, y para los amigos quien les pague sus favores.

7 El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas.

8 Caballo no domado, sale indócil, hijo consentido, sale libertino.

9 Halaga a tu hijo, y te dará sorpresas juega con él, y te traerá pesares.

10 No rías con él, para no llorar y acabar rechinando de dientes.

11 No le des libertad en su juventud, y no pases por alto sus errores.

12 Doblega su cerviz mientras es joven, tunde sus costillas cuando es niño, no sea que, volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él amargura de alma.

13 Enseña a tu hijo y trabaja en él, para que no tropieces por su desvergüenza.

14 Vale más pobre sano y fuerte de constitución que rico lleno de achaques en su cuerpo.

15 Salud y buena constitución valen más que todo el oro, cuerpo vigoroso más que inmensa fortuna.

16 Ni hay riqueza mejor que la salud del cuerpo, ni contento mayor que la alegría del corazón.

17 Mejor es la muerte que una vida amarga, el descanso eterno que enfermedad permanente.

18 Manjares derramados sobre boca cerrada, eso son las ofrendas de alimentos puestas sobre una tumba.

19 ¿De qué le sirve el sacrificio a un ídolo? ¡ni lo comerá ni lo olerá! Así aquel a quien persigue el Señor,

20 que mira con sus ojos y gime. Escomo un eunuco que oprime a una virgen y gime.

21 No entregues tu alma a la tristeza, ni te atormentes a ti mismo con tus cavilaciones.

22 La alegría de corazón es la vida del hombre, el regocijo del varón, prolongación de sus días.

23 Engaña tu alma y consuela tu corazón, echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a muchos, y no hay en ella utilidad.

24 Envidia y malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo.

25 Un corazón radiante viene bien en las comidas, se preocupa de lo que come.

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Eclesiástico 31

1 El insomnio por la riqueza consume las carnes, las preocupaciones que trae ahuyentan el sueño.

2 Las preocupaciones del día impiden dormir, la enfermedad grave quita el sueño.

3 Se afana el rico por juntar riquezas, y cuando descansa, se hastía de sus placeres.

4 Se afana el pobre por falta de sustento, y cuando descansa, se acaba en la indigencia.

5 El que ama el oro no se verá justificado, el que anda tras el lucro se extraviará en él.

6 Muchos se arruinaron por causa del oro, su perdición la tenían delante.

7 Es leño de tropiezo para los que le ofrecen sacrificios, y todo insensato queda preso en él.

8 Feliz el rico que fue hallado intachable, que tras el oro no se fue.

9 ¿Quién es, y le felicitaremos?, pues obró maravillas en su pueblo.

10 ¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto? será para él motivo de gloria. ¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, hacer mal y no lo hizo?

11 Sus bienes se consolidarán, y la asamblea hablará de sus bondades.

12 ¿En mesa suntuosa te has sentado?, no abras hacia ella tus fauces, no digas: «¡Qué de cosas hay aquí!»

13 Recuerda que es cosa mala tener un ojo ávido, ¿qué ha sido creado peor que el ojo? por eso, por cualquier cosa llora.

14 Donde mire tu huésped no extiendas tú la mano, y no te eches sobre el plato al tiempo que él.

15 Juzga al prójimo como a ti mismo, y en todo asunto actúa con reflexión.

16 Come como hombre bien educado lo que tienes delante, no te muestres glotón, para no hacerte odioso.

17 Termina el primero por educación, no seas insaciable, y no tendrás tropiezo.

18 Si en medio de muchos te has sentado a la mesa, no alargues tu mano antes que ellos.

19 ¡Qué poco le basta a un hombre bien educado!, y luego en el lecho no resuella.

20 A vientre moderado, sueño saludable, se levanta temprano y es dueño de sí. Insomnio, vómitos y cólicos le esperan al hombre insaciable.

21 Si te viste obligado a comer demasiado, levántate, vomítalo lejos, y quedarás tranquilo.

22 Oyeme, hijo, y no me desprecies, al fin comprenderás mis palabras. En todo lo que hagas sé moderado, y no te vendrá enfermedad alguna.

23 Al espléndido en las comidas le bendicen los labios, el testimonio de su munificencia es firme.

24 Al mezquino en la comida le murmura la ciudad, el testimonio de su mezquindad es minucioso.

25 Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino.

26 El horno prueba el temple del acero, así el vino a los corazones en disputa de orgullosos.

27 Como la vida es el vino para el hombre, si lo bebes con medida. ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido creado para contento de los hombres?

28 Regocijo del corazón y contento del alma es el vino bebido a tiempo y con medida.

29 Amargura del alma, el vino bebido con exceso por provocación o desafío.

30 La embriaguez acrecienta el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas.

31 En banquete no reproches a tu prójimo, no le desprecies cuando está contento, palabra injuriosa no le digas ni le molestes reclamándole dinero.

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Eclesiástico 32

1 ¿Te han nombrado presidente? No te engrías, sé entre los demás como uno de ellos; atiéndeles, y después te sientas.

2 Cuando hayas cumplido todo tu menester, tomo asiento, para que con ellos te alegres, y por tu acierto recibas la corona.

3 Habla, anciano, que te está bien, pero con discreción y sin estorbar la música.

4 Durante la audición, no derrames locuacidad, no te hagas el sabio a destiempo.

5 Sello de carbunclo en alhaja de oro, así es un concierto musical de un banquete.

6 Sello de esmeralda en montura de oro, así es una melodía entre vino delicioso.

7 Habla, joven, si te es necesario, dos veces a lo sumo, si se te pregunta.

8 Resume tu discurso, di mucho en poco, sé como quien sabe y al mismo tiempo calla.

9 Entre grandes no te iguales a ellos, si otro habla, no te excedas en hablar.

10 Al trueno se adelanta el relámpago, así al modesto le antecede la gracia.

11 Llegada la hora levántate, no te rezagues, ve corriendo a casa, no te hagas el remolón.

12 Allí, diviértete y haz lo que te plazca, mas no peques con palabras insolentes.

13 Y por todo esto bendice a tu Hacedor, que te colma de sus bienes.

14 El que teme al Señor acepta la instrucción, los que madrugan encuentran su favor.

15 El que busca la ley se llena de ella, al hipócrita le sirve de tropiezo.

16 Los que temen al Señor son justificados, hacen brillar sus buenas acciones como luz.

17 El pecador rehúye la reprensión, según su voluntad encuentra excusa.

18 El varón de consejo no descuida la reflexión, el extraño y el orgulloso no se encogen de miedo.

19 Sin consejo no hagas nada, y no te arrepentirás de tus acciones.

20 Por caminos escabrosos no vayas, y no tropezarás en piedras.

21 No te confies en camino inexplorado,

22 y de tus hijos guárdate.

23 En todos tus actos vela sobre ti, que esto es también guardar los mandamientos.

24 El que tiene confianza en la ley atiende a los mandamientos, y el que pone su confianza en el Señor no sufre daño.

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Eclesiástico 33

1 Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una prueba, se verá librado.

2 El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es como nave en borrasca.

3 El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él digna de fe como un oráculo.

4 Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y responde.

5 Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas, su razonamiento.

6 Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta relincha.

7 ¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?

8 En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas.

9 A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.

10 Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.

11 Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.

12 A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a otros los maldijo y humilló y los derribó de su puesto.

13 Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio.

14 Frente al mal está el bien, frente a la muerte, la vida. Así frente al piadoso, el pecador.

15 Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente a otra.

16 También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.

17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar.

18 Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción.

19 Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad oído.

20 A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida tuya. No des a otros tus riquezas, no sea que, arrepentido, tengas que suplicar por ellas.

21 Mientras vivas y haya aliento en ti, no te enajenes a ti mismo a nadie.

22 Pues es mejor que tus hijos te pidan, que no que tengas que mirar a los manos de tus hijos.

23 En todas tus obras muéstrate con dominio, no pongas mancha en tu gloria.

24 Cuando se acaben los días de tu vida, a la hora de la muerte, reparte tu herencia.

25 Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.

26 Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus manos, y buscará la libertad.

27 Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e inquisiciones.

28 Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó la ociosidad.

29 Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies de grillos.

30 Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.

31 Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.

32 Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de él como de ti mismo.

33 Si le maltratas, y levantándose, se escapa, ¿por qué camino irás a buscarle?

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Eclesiástico 34

1 Las esperanzas vanas y engañosas son para el imbécil, los sueños dan alas a los insensatos.

2 Tratar de asir una sombra o perseguir el viento es buscar apoyo en los sueños.

3 Espejo y sueño son casas semejantes, frente a un rostro, una imagen de rostro.

4 De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué verdad puede salir?

5 Adivinaciones, augurios y sueños cosas vanas son, como fantasías de corazón de mujer en parto.

6 A menos que te sean enviadas por el Altísimo en visita, no abras tu corazón a estas cosas.

7 Que a muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que en ellos esperaban.

8 Sin dolo se ha de cumplir la Ley, y sabiduría en boca fiel es perfección.

9 Hombre que ha corrido mundo sabe muchas cosas, el que tiene experiencia se expresa con inteligencia.

10 Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza.

11 Muchas cosas he visto en el curso de mis viajes, más vasta que mis palabras es mi inteligencia.

12 Bien de veces he estado en peligro de muerte, y me salvé gracias a todo esto.

13 El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque su esperanza está puesta en aquel que los salva.

14 Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque él es su esperanza.

15 Feliz el alma del que teme al Señor: ¿en quién se sostiene? ¿cuál es su apoyo?

16 Los ojos del Señor sobre quienes le aman, poderosa protección, probado apoyo, abrigo contra el viento abrasador, abrigo contra el ardor del mediodía, guardia contra tropiezos, auxilio contra caídas,

17 que levanta el alma, alumbra los ojos, da salud, vida y bendición.

18 Sacrificar cosa injusta es hacer ofrenda rechazada, no logran complacencia los presentes de los sin ley.

19 No se complace el Altísimo en ofrendas de impíos, ni por el cúmulo de víctimas perdona los pecados.

20 Inmola a un hijo a los ojos de su padre quien ofrece víctima a costa de los bienes de los humildes.

21 Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario.

22 Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al jornalero.

23 Uno edifica, el otro destruye, ¿qué ganan con ello más que fatigas?

24 Uno bendice, el otro maldice, ¿a quién de los dos escuchará el amo?

25 Quien se purifica del contacto de un muerto y le vuelve a tocar, ¿qué ha ganado con su baño de purificación?

26 Así el hombre que ayuna por sus pecados y que vuelve otra vez a hacer lo mismo; su oración, ¿quién la escuchará? ¿de qué le ha servido el humillarse?

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Eclesiástico 35

1 Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de comunión.

2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza.

3 Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia.

4 No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento.

5 La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo.

6 El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.

7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no escatimes las primicias de tus manos.

8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con contento consagra los diezmos.

9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios.

10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más.

11 No trates de corromperle con presentes, porque no los acepta, no te apoyes en sacrificio injusto.

12 Porque el Señor es juez, y no cuenta para él la gloria de nadie.

13 No hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del agraviado escucha.

14 No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda, cuando derrama su lamento.

15 Las lágrimas de la viuda, ¿no bajan por su mejilla, y su clamor contra el que las provocó?

16 Quien sirve de buena gana, es aceptado, su plegaria sube hasta las nubes.

17 La oración del humilde las nubes atraviesa, hasta que no llega a su término no se consuela él.

18 Y no desiste hasta que vuelve los ojos el Altísimo, hace justicia a los justos y ejecuta el juicio.

19 Y el Señor no se tardará, ni tendrá con éstos más paciencia,

20 hasta no haber machacado los lomos de los sin entrañas, y haber tomado venganza de las naciones,

21 haber extirpado el tropel de los soberbios, y quebrado el cetro de los injustos,

22 hasta no haber pagado a cada cual según sus actos, las obras de los hombres según sus intenciones,

23 haber hecho justicia a su pueblo, y haberles dado contento con su misericordia.

24 Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de lluvia en tiempo de sequía.

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Eclesiástico 36

1 Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira y siembra tu temor sobre todas las naciones.

2 Alza tu mano contra las naciones extranjeras, para que reconozcan tu señorío.

3 Como ante ellas te has mostrado santo con nosotros, así ante nosotros muéstrate grande con ellas.

4 Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido que no hay Dios fuera de ti, Señor.

5 Renueva las señales, repite tus maravillas, glorifica tu mano y tu brazo derecho.

6 Despierta tu furor y derrama tu ira, extermina al adversario, aniquila al enemigo.

7 Acelera la hora, recuerda el juramento, y que se publiquen tus grandezas.

8 Que el fuego de la ira devore al que se escape, y los que hacen daño a tu pueblo hallen la perdición.

9 Aplasta la cabeza de los jefes enemigos, que dicen: «Nadie más que nosotros.»

10 Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio.

11 Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre, de Israel, a quien igualaste con el primogénito.

12 Ten compasión de tu santa ciudad, de Jerusalén, lugar de tu reposo.

13 Llena a Sión de tu alabanza, y de tu gloria tu santuario.

14 Da testimonio a tus primeras criaturas, mantén las profecías dichas en tu nombre.

15 Da su recompensa a los que te aguardan, y que tus profetas queden acreditados.

16 Escucha, Señor, la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.

17 Y todos los de la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno.

18 Todo alimento traga el vientre, pero unos alimentos son mejores que otros.

19 El paladar distingue por el gusto la carne de caza, así el corazón inteligente las palabras mentirosas.

20 El corazón perverso da tristeza, pero el hombre de experiencia le da su merecido.

21 A cualquier marido acepta la mujer, pero unas hijas son mejores que otras.

22 La belleza de la mujer recrea la mirada, y el hombre la desea más que ninguna cosa.

23 Si en su lengua hay ternura y mansedumbre, su marido ya no es como los demás hombres.

24 El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna, una ayuda semejante a él y columna de apoyo.

25 Donde no hay valla, la propiedad es saqueada, donde no hay mujer, gime un hombre a la deriva.

26 ¿Quién se fiará del ladrón ágil que salta de ciudad en ciudad?

27 Así tampoco del hombre que no tiene nido y que se alberga donde la noche le sorprende.

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Eclesiástico 37

1 Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo», pero hay amigo que lo es sólo de nombre.

2 ¿No es para uno una mortal tristeza un compañero o amigo trocado en enemigo?

3 ¡Oh intención perversa! ¿de dónde saliste para cubrir la tierra de engaño?

4 El compañero disfruta en el contento del amigo, pero al tiempo de tribulación se volverá contra él.

5 El compañero compadece al amigo por interés, y cuando llega el combate embraza el escudo.

6 No te olvides de tu amigo en tu alma, ni pierdas su recuerdo cuando seas rico.

7 Todo consejero da consejos, pero hay quien aconseja en su interés.

8 Del consejero guarda tu alma, conoce primero qué necesita - porque en su propio interés dará consejo -, no sea que eche sobre ti la suerte,

9 y te diga: «Bueno es tu camino», quedándose enfrente para ver qué te sucede.

10 No te aconsejes del que te mira con desprecio, y de los que te envidian oculta tu consejo;

11 ni te aconsejes con mujer sobre su rival, con cobarde acerca la guerra, con negociante respecto del comercio, con comprador sobre la venta, con envidioso sobre la gratitud, con despiadado sobre la generosidad, con perezoso sobre cualquier trabajo, con temporero sobre el término de una obra, con siervo ocioso sobre un trabajo grande: no cuentes con éstos para ningún consejo.

12 Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es según tu alma, y que, si caes, sufrirá contigo.

13 Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él.

14 Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar.

15 Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad.

16 Principio de toda obra es la palabra, y antes de toda acción está el consejo.

17 Raíz de los pensamientos es el corazón, de él salen cuatro ramas:

18 bien y mal, vida y muerte, mas la que siempre los domina es la lengua.

19 Hay hombre diestro que adoctrina a muchos, y para sí mismo es un inútil.

20 Hay quien se hace el sabio en palabras y es aborrecido, y que acabará sin tener qué comer.

21 Pues no se le dio la gracia que viene del Señor, porque estaba vacío de toda sabiduría.

22 Hay quien para sí mismo es sabio, y los frutos de su inteligencia son, según él, dignos de fe.

23 El varón sabio enseña a su pueblo, y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.

24 El varón sabio es colmado de bendiciones, y le llaman feliz todos los que le ven.

25 La vida del hombre tiene días contados, mas los días de Israel no tienen número.

26 El sabio en su pueblo se gana la confianza, y su nombre vivirá por los siglos.

27 Hijo, en tu vida prueba tu alma, ve lo que es malo para ella y no se los des.

28 Pues no a todos les conviene todo, y no a todo el mundo le gusta lo mismo.

29 No seas insaciable de todo placer, y no te abalances sobre la comida,

30 porque en el exceso de alimento hay enfermedad, y la intemperancia acaba en cólicos.

31 Por intemperancia han muerto muchos, pero el que se vigila prolongará su vida.

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Eclesiástico 38

1 Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.

2 Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.

3 La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.

4 El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.

5 ¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?

6 El mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.

7 Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.

8 Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la haz de la tierra.

9 Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.

10 Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.

11 Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.

12 Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues de él has menester.

13 Hay momentos en que en su mano está la solución,

14 pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.

15 El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!

16 Hijo, por un muerto lágrimas derrama, como quien sufre cruelmente, entona la lamentación; según el ceremonial entierra su cadáver y no seas negligente con su sepultura.

17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo según su dignidad, un día o dos, para evitar murmullos; después, consuélate de la tristeza.

18 Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva las fuerzas.

19 En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de miseria va contra el corazón.

20 No des tu corazón a la tristeza, evítala acordándote del fin.

21 No lo olvides: no hay retorno, a él no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo.

22 «Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te toca hoy.»

23 Cuando un muerto reposa, deja en paz su memoria, consuélate de él, porque su espíritu ha partido.

24 La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio.

25 ¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más que de novillos?

26 Aplica su corazón a abrir surcos, y sus vigilias a cebar terneras.

27 De igual modo todo obrero o artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de los sellos, y su afán se centra en variar los detalles; ponen todo su corazón en igualar el modelo y gastan sus vigilias en rematar la obra.

28 También el herrero sentado junto al yunque, atento a los trabajos del hierro; el vaho del fuego sus carnes derrite, en el calor de la fragua se debate, el ruido del martillo le ensordece, y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos; pone su corazón en concluir sus obras, y sus vigilias en adornarlas al detalle.

29 De igual modo el alfarero sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin cesar por su trabajo, toda su actividad concentrada en el número;

30 con su brazo moldea la arcilla, con sus pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el horno.

31 Todos éstos ponen su confianza en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su tarea.

32 Sin ellos no se construiría ciudad alguna, ni se podría habitar ni circular por ella.

33 Mas para el consejo del pueblo no se les busca, ni se les distingue en la asamblea. No se sientan en sitial de juez, ni meditan en la alianza del juicio.

34 No demuestran instrucción ni juicio, ni se les encuentra entre los que dicen máximas. Pero aseguran la creación eterna, el objeto de su oración son los trabajos de su oficio.

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Eclesiástico 39

1 No así el que aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos rebusca, a los profecías consagra sus ocios,

2 conserva los relatos de varones célebres, en los repliegues de las parábolas penetra,

3 busca los secretos de los proverbios y en los enigmas de las parábolas insiste.

4 En medio de los grandes ejerce su servicio, ante los jefes aparece; viaja por tierras extranjeras, adquiere experiencia de lo bueno y lo malo entre los hombres.

5 Aplica su corazón a ir bien de mañana donde el Señor su Hacedor; suplica ante el Altísimo, abre su boca en oración y por sus pecados suplica.

6 Si el gran Señor lo quiere, del espíritu de inteligencia será lleno. El mismo derramará como lluvia las palabras de su sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor.

7 Enderezará su consejo y su ciencia. y en sus misterios ocultos hará meditación.

8 Mostrará la instrucción recibida, y en la ley de la alianza del Señor se gloriará.

9 Muchos elogiarán su inteligencia, jamás será olvidada. No desaparecerá su recuerdo, su nombre vivirá de generación en generación.

10 Su sabiduría comentarán las naciones, su elogio, lo publicará la asamblea.

11 Mientras viva, su nombre dejará atrás a mil, y cuando descanse, él le bastará.

12 Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena.

13 Escuchadme, hijos piadosos, y creced como rosa que brota junto a corrientes de agua.

14 Como incienso derramad buen olor, abríos en flor como el lirio, exhalad perfume, cantad un cantar, bendecid al Señor por todas sus obras.

15 Engrandeced su nombre, dadle gracias por su alabanza, con los cantares de vuestros labios y con cítaras, decid así en acción de gracias:

16 ¡Qué hermosas son todas las obras del Señor! todas sus órdenes se ejecutan a su hora. No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, que todo se ha de buscar a su tiempo.

17 A su orden el agua se detiene en una masa, a la palabra de su boca se forman los depósitos de las aguas.

18 A una orden suya se hace todo lo que desea, y no hay quien pueda estorbar su salvación.

19 Las obras de toda carne están delante de él, y nada puede ocultarse a sus ojos.

20 Su mirada abarca de eternidad a eternidad, y nada hay admirable para él.

21 No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, pues todo ha sido creado con un fin.

22 Su bendición se ha desbordado como un río, como un diluvio ha inundado la tierra.

23 De igual modo las naciones recibirán en herencia su ira, como cuando él cambió las aguas en salinas.

24 Sus caminos rectos son para los santos, así como para los sin ley son piedras de tropiezo.

25 Los bienes están desde el principio creados para los buenos, así como los males para los pecadores.

26 De primera necesidad para la vida del hombre es el agua, el fuego, el hierro y la sal, la flor de harina de trigo, la leche y la miel, el jugo de uva, el aceite y el vestido.

27 Todo esto son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se truecan en males.

28 Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él sus látigos; al tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo.

29 Fuego y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto.

30 Y dientes de fieras, escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío.

31 Todos hallan contento en hacer su mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no traspasarán su orden.

32 Por eso desde el principio me reafirmé, medité y he puesto por escrito:

33 «Las obras del Señor son todas buenas, a su tiempo provee él a toda necesidad.

34 No hay por qué decir: Esto es peor que aquello, porque todo a su tiempo es aprobado.

35 Y ahora con todo el corazón y la boca cantad himnos y bendecid el nombre del Señor.»

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Eclesiástico 40

1 Grandes trabajos han sido creados para todo hombre, un yugo pesado hay sobre los hijos de Adán, desde el día que salieron del vientre de su madre, hasta el día del retorno a la madre de todo.

2 Sus reflexiones, el miedo de su corazón es la idea del futuro, el día de la muerte.

3 Desde el que está sentado en un trono glorioso, hasta el que en tierra y ceniza está humillado,

4 desde el que lleva púrpura y corona, hasta el que se cubre de tela grosera, sólo furor, envidia, turbación, inquietud, miedo a la muerte, resentimiento y discordia.

5 A la hora del descanso en la cama, el sueño de la noche altera el conocimiento.

6 Poco, casi nada, reposa, y ya en sueños, como en día de guardia, se ve turbado por las visiones de su corazón, como el que ha huído ante el combate.

7 A la hora de su turno se despierta, sorprendido de su vano temor.

8 Para toda carne, del hombre hasta la bestia, mas para los pecadores siete veces más:

9 Muerte, sangre, discordia, espada, adversidades, hambre, tribulación, azote.

10 Contra los sin ley fue creado todo esto, y por su culpa se produjo el diluvio.

11 Todo cuanto de tierra viene, a tierra vuelve, y cuanto de agua, en el mar desemboca.

12 Todo don e injusticia serán aventados, más la fidelidad subsistirá por siempre.

13 Las riquezas de los injustos se esfumarán como un torrente, como un gran trueno que en tormenta estalla.

14 Cuando él abre las manos, se contenta, así los transgresores desaparecerán por completo.

15 Los vástagos de los impíos no tienen muchas ramas, las raíces impuras sólo hallan piedra áspera.

16 Caña que brota en toda agua o borde de río será arrancada antes que toda hierba.

17 La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre.

18 La vida del que se basta a sí mismo y del obrero es dulce, pero más que ambos el que encuentra un tesoro.

19 Los hijos y la fundación de una ciudad perpetúan el nombre, pero más que ambas cosas es estimada la mujer intachable.

20 El vino y la música ponen contento el corazón, pero más que ambas cosas el amor a la sabiduría.

21 La flauta y el salterio hacen el canto suave, pero más que ambas cosas la lengua dulce.

22 Gracia y belleza el ojo anhela, pero más que ambas cosas el verdor del sembrado.

23 Amigo y compañero se encuentran a su hora, pero más que ambos la mujer con el marido.

24 Amigos y socorro para el tiempo de tribulación, pero más que ambos salva la limosna.

25 Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el consejo.

26 La riqueza y la fuerza realzan el corazón, pero más que las dos, el temor del Señor. En el temor del Señor no existe mengua, con él no hay ya por qué buscar ayuda.

27 El temor del Señor como un paraíso de bendición, protege él más que toda gloria.

28 Hijo, no lleves una vida de mendicidad, que más vale morir que mendigar.

29 Hombre que mira a la mesa de otro no merece el nombre de vida su existencia. Con comida ajena mancha su boca, pero el hombre instruido y educado de ello se guardará.

30 En la boca del descarado la mendicidad resulta dulce, pero en su vientre es un fuego que abrasa.

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Eclesiástico 41

1 ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el varón desocupado a quien en todo le va bien, y todavía con fuerzas para servirse el alimento!

2 ¡Oh muerte, buena es tu sentencia para el hombre necesitado y carente de fuerzas, para el viejo acabado, ahíto de cuidados, que se rebela y ha perdido la paciencia!

3 No temas la sentencia de la muerte, recuerda tus comienzos y tu fin.

4 Esta sentencia viene del Señor sobre toda carne, ¿por qué desaprobar el agrado del Altísimo? Ya se viva diez, cien, mil años, no se reprocha en el seol la vida.

5 Hijos abominables son los hijos de los pecadores que viven en vecindad de impíos.

6 La herencia de los hijos de los pecadores va a la ruina, con su linaje se perpetúa el oprobio.

7 Al padre impío le reprochan sus hijos, porque por causa de él viven en oprobio.

8 ¡Ay de vosotros, impíos, que la ley del Altísimo habéis abandonado!

9 Si nacéis, para la maldición nacéis, si morís, la maldición heredáis.

10 Todo cuanto viene de tierra, a tierra volverá, así irán los impíos de la maldición a la ruina.

11 El duelo de los hombres se dirige a sus cuerpos, pero el nombre de los pecadores, que no es bueno, se borrará.

12 Preocúpate de tu nombre, que eso te queda, más que mil grandes tesoros de oro.

13 La vida buena tiene un límite de días, pero el buen nombre permanece para siempre.

14 Conservad la instrucción en paz, hijos. Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?

15 Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.

16 Así pues, ruborizaos de lo que os voy a señalar, que no es bueno guardar toda vergüenza, ni todo es apreciato fielmente por todos.

17 Ante un padre y una madre avergonzaos de la fornicación, de la mentira, ante el jefe y el poderoso;

18 del extravío, ante juez y el magistrado, de la iniquidad, ante la asamblea y el pueblo;

19 de la injusticia, ante el compañero y el amigo, del robo, ante el lugar en que resides;

20 y ante la verdad de Dios y la alianza: de clavar los codos en los panes,

21 de despreciar la recepción y el don, de callarse ante los que saludan,

22 de mirar a mujer prostituta, de volver la cara a tu pariente,

23 de quitar la parte y el don de otro, de clavar los ojos en mujer casada,

24 de intimidades con la criada - ¡no te acerques a su lecho! -

25 de palabras injuriosas ante los amigos - después de dar no hagas reproches -

26 de repetir la palabra oída, de revelar las palabras secretas.

27 Serás entonces de verdad un hombre ruboroso, y ante todo el mundo hallarás gracia.

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Eclesiástico 42

1 Pero de lo que sigue no te avergüences, y no peques por tener acepción de personas:

2 de la ley del Altísimo y de su alianza, del juicio que justifica a los impíos,

3 de contar con compañero de viaje, de dar la herencia a compañeros,

4 de la exactitud de balanzas y pesas, de obtener grandes y pequeñas ganancias,

5 de provecho en la venta a comerciantes, de la copiosa instrucción de los hijos, de ensangrentar las costillas de un mal siervo.

6 Con mujer mala es bueno usar el sello, y, donde hay muchas manos, echa la llave.

7 Lo que entregues, hazlo con cuenta y medida, el haber y el debe, sea todo por escrito.

8 No te avergüences de enseñar al tonto y al necio, y al viejo acabado juzgado como joven. Serás entonces de verdad educado, y estimado de todo viviente.

9 Una hija es para el padre un secreto desvelo, aleja el sueño la inquietud por ella. En su juventud, miedo a que se le pase la edad, si está casada, a que sea aborrecida.

10 Cuando virgen, no sea mancillada y en la casa paterna quede encinta. Cuando casada, a que sea infiel, cohabitando, a que sea estéril.

11 Sobre la hija desenvuelta refuerza la vigilancia, no sea que te haga la irrisión de tus enemigos, comidilla en la ciudad, corrillos en el pueblo, y ante el vulgo espeso te avergüence.

12 De ningún hombre te quedes mirando la belleza, y entre mujeres no te sientes.

13 Porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la malicia femenina.

14 Vale más maldad de hombre que bondad de mujer, la mujer cubre de vergüenza y oprobio.

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