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LIBRO DEL EMMANUEL(Is.6,1-12,6)

 

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Isaías 6

1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.

2 Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban,

3 Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.».

4 Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo.

5 Y dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!»

6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar,

7 y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»

8 Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»

9 Dijo: «Ve y di a ese pueblo: "Escuchad bien, pero no entendáis, ved bien, pero no comprendáis."

10 Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no sea que vea con sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.»

11 Yo dije: «¿Hasta dónde, Señor?» Dijo: «Hasta que se vacíen las ciudades y queden sin habitantes, las casas sin hombres, la campiña desolada,

12 y haya alejado Yahveh a las gentes, y cunda el abandono dentro del país.

13 Aun el décimo que quede en él volverá a ser devastado como la encina o el roble, en cuya tala queda un tocón: semilla santa será su tocón.»

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Isaías 7

1 En tiempo de Ajaz, hijo de Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá, subió Rasón, rey de Aram, con Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén para atacarla, más no pudieron hacerlo.

2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque por el viento.

3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al final del caño de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero, al encuentro de Ajaz,

4 y dile: «¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón por ese par de cabos de tizones humeantes,

5 ya que Aram, Efraím y el hijo de Remalías han maquinado tu ruina diciendo:

6 Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y pongamos allí por rey al hijo de Tabel."

7 Así ha dicho el Señor Yahveh: No se mantendrá, ni será así;

8 porque la capital de Aram es Damasco, y el cabeza de Damasco, Rasón; Pues bien: dentro de sesenta y cinco años, Efraím dejará de ser pueblo.

9 La capital de Efraím es Samaría, y el cabeza de Samaría, el hijo de Remalías. Si no os afirmáis en mí no seréis firmes.»

10 Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo:

11 «Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto.»

12 Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.»

13 Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios?

14 Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.

15 Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno.

16 Porque antes que sepa el niño rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el territorio cuyos dos reyes te dan miedo.

17 Yahveh atraerá sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales no los hubo desde aquel en que se apartó Efraím de Judá (el rey de Asur).

18 Aquel día silbará Yahveh al enjambre que hay en los confines de los ríos de Egipto, y a las abejas que hay en tierra de Asur;

19 vendrán y se posarán todas ellas en las quebradas, en los resquicios de las peñas, en todas las corrientes y en todos los arroyos.

20 Aquel día rapará el Señor con navaja alquilada allende el Río, con el rey de Asur, la cabeza y el vello de las piernas y también la barba afeitará,

21 Aquel día criará cada uno una novilla y un par de ovejas.

22 Y así de tanto dar leche, comerá cuajada, porque «cuajada y miel comerá todo el que quedare dentro del país».

23 Aquel día, cualquier lugar donde antes hubo mil cepas por valor de mil piezas de plata, será de la zarza y el abrojo.

24 Con flechas y arco se entrará allí, pues zarza y abrojo será toda la tierra,

25 y en ninguno de los montes que se desbrozan con la azada se podrá entrar por temor de las zarzas y abrojos; será dehesa de bueyes y pastizal de ovejas.»

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Isaías 8

1 Yahveh me dijo: «Toma una placa grande, escribe en ella con buril: de Maher Salal Jas Baz,

2 y toma por fieles testigos míos al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías.»

3 Me acerqué a la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo, Yahveh me dijo: «Llámale Maher Salal Jas Baz,

4 pues antes que sepa el niño decir "papá" y "mamá", la riqueza de Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asur.»

5 Volvió Yahveh a hablarme de nuevo:

6 «Porque ha rehusado ese pueblo las aguas de Siloé que van de vagar y se ha desmoralizado ante Rasón y el hijo de Remalías,

7 por lo mismo, he aquí que el Señor hace subir contra ellos las aguas del Río embravecidas y copiosas. Desbordará por todos sus cauces, (el rey de Asur y todo su esplendor) invadirá todas sus riberas.

8 Seguirá por Judá anegando a su paso, hasta llegar al cuello. Y la envergadura de sus alas abarcará la anchura de tu tierra, Emmanuel.

9 Sabedlo, pueblos: seréis destrozados; escuchad, confines todos de la tierra; en guardia: seréis destrozados; en guardia: seréis destrozados.

10 Trazad un plan: fracasará. Decid una palabra: no se cumplirá. Porque con nosotros está Dios.

11 Pues así me ha dicho Yahveh cuando me tomó de la mano y me apartó de seguir por el camino de ese pueblo:

12 No llaméis conspiración a lo que ese pueblo llama conspiración, ni temáis ni tembléis de lo que él teme.

13 A Yahveh Sebaot, a ése tened por santo, sea él vuestro temor y él vuestro temblor.

14 Será un santuario y piedra de tropiezo y peña de escándalo para entrambas Casas de Israel; lazo y trampa para los moradores de Jerusalén.

15 Allí tropezarán muchos, caerán, se estrellarán y serán atrapados y presos.

16 Envuelve el testimonio, sella la enseñanza entre mis discípulos.

17 Aguardaré por Yahveh, el que vela su faz de la casa de Jacob, y esperaré por él.

18 Aquí estamos yo y los hijos que me ha dado Yahveh, por señales y pruebas en Israel, de parte de Yahveh Sebaot, el que reside en el monte Sión.

19 Y cuando os dijeren: «Consultad a los nigromantes y a los adivinos que bisbisean y murmujean; ¿es que no consulta un pueblo a sus dioses, por los vivos a los muertos?»:

20 en pro de la enseñanza y el testimonio ¡Vaya si dirán cosa tal! Lo que no tiene provecho.

21 Pasará por allí lacerado y hambriento, y así que le dé el hambre, se enojará y faltará a su rey y a su Dios. Volverá el rostro a lo alto,

22 la tierra oteará, y sólo habrá cerrazón y negrura, lobreguez prieta y tiniebla espesa.

23 Pues, ¿no hay lobreguez para quien tiene apretura? Como el tiempo primero ultrajó a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero honró el camino del mar, allende el Jordán, el distrito de los Gentiles.

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Isaías 9

1 El pueblo que andaba a oscuras

2 vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.

3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la vara de su tirano - has roto, como el día de Madián.

4 Porque toda bota que taconea con ruido, y el manto rebozado en sangre serán para la quema, pasto del fuego.

5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».

6 Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.

7 Una palabra ha proferido el Señor en Jacob, y ha caído en Israel.

8 Sabedla, pueblo todo, Efraím y los habitantes de Samaría, los que con arrogancia y engreimiento dicen:

9 «Los ladrillos han caído, pero de sillar edificaremos; los sicómoros fueron talados, pero por cedros los cambiaremos.»

10 Pues bien, Yahveh ha dado ventaja a su adversario, Rasón, y azuzó a sus enemigos:

11 Aram por delante y los filisteos por detrás, devoraron a Israel a boca llena. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.

12 Pero el pueblo no se volvió hacia el que le castigaba, no buscaron a Yahveh Sebaot.

13 Por eso ha cercenado Yahveh a Israel cabeza y cola, palmera y junco, en un mismo día.

14 El anciano y honorable es la cabeza, y el profeta impostor es la cola.

15 Los directores de este pueblo han resultado desviadores, y sus dirigidos, extraviados.

16 Por eso, de sus jóvenes no se apiadará el Señor, con sus huérfanos y viudas no tendrá misericordia, pues todos son impíos y malvados, y toda boca profiere majadería Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.

17 Porque ha ardido como fuego la maldad, zarza y espino devora, y va a prender en las espesuras del bosque: ya se estiran en columna de humo.

18 Por el arrebato de Yahveh la tierra ha sido quemada, y es el pueblo como pasto de fuego; nadie tiene piedad de su hermano,

19 Corta a diestra y queda con hambre, come a siniestra y no se sacia; cada uno se come la carne de su brazo.

20 Manasés devora a Efraím Efraím a Manasés, y ambos a una van contra Judá. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.

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Isaías 10

1 ¡Ay! los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que escriben vejaciones,

2 excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de los míseros de mi pueblo, haciendo de las viudas su botín, y despojando a los huérfanos.

3 Pues ¿qué haréis para el día de la cuenta y la devastación que de lontananza viene? ¿a quién acudiréis para pedir socorro? ¿dónde dejaréis vuestra gravedad?

4 Con tal de no arrodillarse entre los prisioneros, entre los muertos caerían. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.

5 ¡Ay, Asur, bastón de mi ira, vara que mi furor maneja!

6 Contra gente impía voy a guiarlo, contra el pueblo de mi cólera voy a mandarlo, a saquear saqueo y pillar pillaje, y hacer que lo pateen como el lodo de las calles.

7 Pero él no se lo figura así, ni su corazón así lo estima, sino que su intención es arrasar y exterminar gentes no pocas.

8 Pues dice: «¿No son mis jefes todos ellos reyes?

9 ¿No es Kalnó como Karkemis? ¿No es Jamat como Arpad? ¿No es Samaría como Damasco?

10 Como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos - cuyas estatuas eran más que las de Jerusalén y Samaría -

11 como hice con Samaría y sus ídolos, ¿no haré asimismo con Jerusalén y sus simulacros?»

12 Pues bien, cuando hubiere dado remate el Señor a todas sus empresas en el monte Sión y en Jerusalén, pasará revista al fruto del engreimiento del rey de Asur y al orgullo altivo de sus ojos.

13 Porque dijo: «Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría, porque soy inteligente, he borrado las fronteras de los pueblos, sus almacenes he saqueado, y he abatido como un fuerte a sus habitantes.

14 Como un nido ha alcanzado mi mano la riqueza de los pueblos, y como se recogen huevos abandonados, he recogido yo toda la tierra, y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara.»

15 ¿Acaso se jacta el hacha frente al que corta con ella? ¿o se tiene por más grande la sierra que el que la blande? ¡como si la vara moviera al que la levanta! ¡como si a quien no es madera el bastón alzara!

16 Por eso enviará Yahveh Sebaot entre sus bien comidos, enflaquecimiento, y, debajo de su opulencia, encenderá un incendio como de fuego.

17 La luz de Israel vendrá a ser fuego, y su Santo, llama; arderá y devorará su espino y su zarza en un solo día,

18 y el esplendor de su bosque y de su vergel en alma y en cuerpo será consumido: será como el languidecer de un enfermo.

19 Lo que quede de los árboles de su bosque será tan poco, que un niño los podrá contar.

20 Aquel día no volverán ya el resto de Israel y los bien librados de la casa de Jacob a apoyarse en el que los hiere, sino que se apoyarán con firmeza en Yahveh.

21 Un resto volverá, el resto de Jacob, al Dios poderoso.

22 Que aunque sea tu pueblo, Israel, como la arena del mar, sólo un resto de él volverá. Exterminio decidido, rebosante de justicia.

23 Porque es un exterminio decidido lo que Yahveh Sebaot realizará en medio de toda la tierra.

24 Por tanto, así dice el Señor Yahveh Sebaot: «No temas, pueblo mío que moras en Sión, a Asur que con la vara te da golpes y su bastón levanta contra ti (en el camino de Egipto).

25 Porque un poquito más y se habrá consumado el furor, y mi ira los consumirá.»

26 Despertará contra él Yahveh Sebaot un azote, como cuando la derrota de Madián en la peña de Horeb, o cuando levantó su bastón contra el mar en el camino de Egipto.

27 Aquel día te quitará su carga de encima del hombro y su yugo de sobre tu cerviz será arrancado. Y el yugo será destruido (...)

28 Vino sobre Ayyat, pasó por Migrón, en Mikmás pasó revista.

29 Han pasado el Vado: «Haremos noche en Gueba.» Temblaba Ramá, Guibeá de Saúl huía.

30 ¡Da gritos de júbilo, Bat Gallim, escucha Laisa! ¡Respóndele, Anatot!

31 Se desbandó Madmená. Los habitantes de Guebim se han puesto a salvo.

32 Hoy mismo en Nob haciendo alto menea su mano contra el Monte de la hija de Sión, la colina de Jerusalén.

33 He aquí que el Señor Yahveh Sebaot sacude el ramaje con estrépito; las guías más altas están partidas y las elevadas van a caer.

34 Golpeará las espesuras del bosque con el hierro, y por los golpes de un Poderoso, caerá.

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Isaías 11

1 Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.

2 Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh.

3 Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.

4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.

5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.

6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.

7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.

8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano.

9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.

10 Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.

11 Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto de su pueblo que haya quedado de Asur y de Egipto, de Patrós, de Kus, de Elam, de Senaar, de Jamat y de las islas del mar.

12 Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales.

13 Cesará la envidia de Efraím, y los opresores de Judá serán exterminados. Efraím no envidiará a Judá y Judá no oprimirá a Efraím.

14 Ellos se lanzarán sobre la espalda de Filistea Marítima, a una saquearán a los hijos de Oriente. Edom y Moab bajo el dominio de su mano, y los ammonitas bajo su obediencia.

15 Secará Yahveh el golfo del mar de Egipto y agitará su mano contra el Río. Con la violencia de su soplo lo partirá en siete arroyos, y hará posible pasarlo en sandalias;

16 habrá un camino real para el resto de su pueblo que haya sobrevivido de Asur, como lo hubo para Israel, cuando subió del país de Egipto.

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Isaías 12

1 Y dirás aquel día: «Yo te alabo, Yahveh, pues aunque te airaste contra mí, se ha calmado tu ira y me has compadecido.

2 He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación,»

3 Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación.»

4 y diréis aquel día: «Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su nombre.

5 Cantad a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de saberse en toda la tierra.

6 Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

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