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LA IGLESIA, PRIMICIA.... Y PROXIMA VENIDA DEL REINO DE LOS CIELOS (Mt.13,53-23,39)

 

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Mateo 13

53 Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

54 Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?

55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?

56 Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»

57 Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.»

58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

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Mateo 14

1 En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús,

2 y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»

3 Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo.

4 Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»

5 Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.

6 Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes,

7 que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese.

8 Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».

9 Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese,

10 y envió a decapitar a Juan en la cárcel.

11 Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre.

12 Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.

13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.

14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.

15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»

16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»

17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»

18 El dijo: «Traédmelos acá.»

19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.

20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.

21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.

22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.

23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.

25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.

26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.

27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»

28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»

29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.

30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»

31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»

32 Subieron a la barca y amainó el viento.

33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

34 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.

35 Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos.

36 Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.

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Mateo 15

1 Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen:

2 «¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer.»

3 El les respondió: «Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

4 Porque Dios dijo: = Honra a tu padre y a tu madre, = y: = El que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. =

5 Pero vosotros decís: El que diga a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda es ofrenda",

6 ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición.

7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:

8 = Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. =

9 = En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.» =

10 Luego llamó a la gente y les dijo: «Oíd y entended.

11 No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.»

12 Entonces se acercan los discípulos y le dicen: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?»

13 El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.

14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»

15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: «Explícanos la parábola.»

16 El dijo: «¿También vosotros estáis todavía sin inteligencia?

17 ¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?

18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.

19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.

20 Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.»

21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.

22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.»

23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»

24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»

25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»

26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»

27 «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»

28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.

29 Pasando de allí Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí.

30 Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y él los curó.

31 De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.»

33 Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?»

34 Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos.»

35 El mandó a la gente acomodarse en el suelo.

36 Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente.

37 Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.

38 Y los que habían comido eran 4.000 hombres, sin contar mujeres y niños.

39 Despidiendo luego a la muchedumbre, subió a la barca, y se fue al término de Magadán.

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Mateo 16

1 Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo.

2 Mas él les respondió: «Al atardecer decís: "Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego",

3 y a la mañana:’ Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío." ¡Conque sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos!

4 ¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.» Y dejándolos, se fue.

5 Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de tomar panes.

6 Jesús les dijo: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.»

7 Ellos hablaban entre sí diciendo: «Es que no hemos traído panes.»

8 Mas Jesús, dándose cuenta, dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes?

9 ¿Aún no comprendéis, ni os acordáis de los cinco panes de los 5.000 hombres, y cuántos canastos recogisteis?

10 ¿Ni de los siete panes de los 4.000, y cuántas espuertas recogisteis?

11 ¿Cómo no entendéis que no me refería a los panes? Guardaos, sí, de la levadura de los fariseos y saduceos.»

12 Entonces comprendieron que no había querido decir que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.

13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?»

14 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»

15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»

16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»

17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»

20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.

21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»

23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.

26 Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?

27 «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

28 Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.»

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Mateo 17

1 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto.

2 Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.

4 Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

5 Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»

6 Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo.

7 Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.»

8 Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.

9 Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»

10 Sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?»

11 Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo.

12 Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.»

13 Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.

14 Cuando llegaron donde la gente, se acercó a él un hombre que, arrodillándose ante él,

15 le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y está mal; pues muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua.

16 Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarle.»

17 Jesús respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo acá!

18 Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el niño desde aquel momento.

19 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?

20 Díceles: «Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible.»

22 Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres;

23 le matarán, y al tercer día resucitará.» Y se entristecieron mucho.

24 Cuando entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: «¿No paga vuestro Maestro el didracma?»

25 Dice él: «Sí.» Y cuando llegó a casa, se anticipó Jesús a decirle: «¿Qué te parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?»

26 Al contestar él: «De los extraños», Jesús le dijo: «Por tanto, libres están los hijos.

27 Sin embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estáter. Tómalo y dáselo por mí y por ti.»

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Mateo 18

1 En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?»

2 El llamó a un niño, le puso en medio de ellos

3 y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.

4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.

5 «Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.

6 Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar.

7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien el escándalo viene!

8 «Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno.

9 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.

10 «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.

12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada?

13 Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las 99 no descarriadas.

14 De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.

15 «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.

16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que = todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. =

17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.

18 «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

19 «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.

20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

21 Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?»

22 Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»

23 «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.

24 Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos.

25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase.

26 Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré."

27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.

28 Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes."

29 Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré."

30 Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.

31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido.

32 Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste.

33 ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?"

34 Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.

35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»

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Mateo 19

1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

2 Le siguió mucha gente, y los curó allí.

3 Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?»

4 El respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, = los hizo varón y hembra, =

5 y que dijo: = Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? =

6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.»

7 Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?»

8 Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así.

9 Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio.»

10 Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.»

11 Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido.

12 Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda.»

13 Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían.

14 Mas Jesús les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos.»

15 Y, después de imponerles las manos, se fue de allí.

16 En esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?»

17 El le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»

18 «¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo: = «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, =

19 = honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» =

20 Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?»

21 Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.»

22 Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos.

24 Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos.»

25 Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?»

26 Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible.»

27 Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?»

28 Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

29 Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.

30 «Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

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Mateo 20

1 «En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña.

2 Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados,

4 les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo."

5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.

6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: "¿Por qué estáis aquí todo el día parados?"

7 Dícenle: "Es que nadie nos ha contratado." Díceles: "Id también vosotros a la viña."

8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: "Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros."

9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno.

10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno.

11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario,

12 diciendo: "Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor."

13 Pero él contestó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario?

14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti.

15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?".

16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.»

17 Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino:

18 «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte

19 y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará.

20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo.

21 El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.»

22 Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos.»

23 Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.

24 Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos.

25 Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.

26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,

27 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo;

28 de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

29 Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre.

30 En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a gritar: «¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!»

31 La gente les increpó para que se callaran, pero ellos gritaron más fuerte: «¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!»

32 Entonces Jesús se detuvo, los llamó y dijo: «¿Qué queréis que os haga?»

33 Dícenle: «¡Señor, que se abran nuestros ojos!»

34 Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista; y le siguieron.

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Mateo 21

1 Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos,

2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos.

3 Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.»

4 Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta:

5 = Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo. =

6 Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado:

7 trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima.

8 La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.

9 Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: = «¡Hosanna = al Hijo de David! = ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna = en las alturas!»

10 Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían.

11 Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.»

12 Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas.

13 Y les dijo: «Está escrito: = Mi Casa será llamada Casa de oración. = ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella una = cueva de bandidos!» =

14 También en el Templo se acercaron a él algunos ciegos y cojos, y los curó.

15 Mas los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron

16 y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen éstos?» «Sí - les dice Jesús -. ¿No habéis leído nunca que = De la boca de los niños y de los que aún maman te preparaste alabanza?» =

17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.

18 Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre;

19 y viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice: «¡Que nunca jamás brote fruto de ti!» Y al momento se secó la higuera.

20 Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: «¿Cómo al momento quedó seca la higuera?»

21 Jesús les respondió: «Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si aun decís a este monte: "Quítate y arrójate al mar", así se hará.

22 Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis.»

23 Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?»

24 Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto.

25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", nos dirá: "Entonces ¿por qué no le creísteis?"

26 Y si decimos: "De los hombres", tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta.»

27 Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos.» Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

28 «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: "Hijo, vete hoy a trabajar en la viña."

29 Y él respondió: "No quiero", pero después se arrepintió y fue.

30 Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: "Voy, Señor", y no fue.

31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios.

32 Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.

33 «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.

34 Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.

35 Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon.

36 De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera.

37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: "A mi hijo le respetarán."

38 Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia."

39 Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.

40 Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»

41 Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.»

42 Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: = La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? =

43 Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.»

45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos.

46 Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.

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Mateo 22

1 Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo:

2 «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.

3 Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.

4 Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda."

5 Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio;

6 y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.

7 Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.

8 Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.

9 Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda."

10 Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.

11 «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,

12 le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado.

13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes."

14 Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»

15 Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra.

16 Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas.

17 Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?»

18 Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?

19 Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario.

20 Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?»

21 Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»

22 Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole, se fueron.

23 Aquel día se le acercaron unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaron:

24 «Maestro, Moisés dijo: Si alguien muere sin tener hijos, su hermano se casará con la mujer de aquél para dar descendencia a su hermano.

25 Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió; y, no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano.

26 Sucedió lo mismo con el segundo, y con el tercero, hasta los siete.

27 Después de todos murió la mujer.

28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque todos la tuvieron.»

29 Jesús les respondió: «Estáis en un error, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios.

30 Pues en la resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo.

31 Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído aquellas palabras de Dios cuando os dice:

32 = Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? = No es un Dios de muertos, sino de vivos.»

33 Al oír esto, la gente se maravillaba de su doctrina.

34 Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo,

35 y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba:

36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»

37 El le dijo: = «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. =

38 Este es el mayor y el primer mandamiento.

39 El segundo es semejante a éste: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. =

40 De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»

41 Estando reunidos los fariseos, les propuso Jesús esta cuestión:

42 «¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David.»

43 Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice:

44 = Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?

45 Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»

46 Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió ya a hacerle más preguntas.

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Mateo 23

1 Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos

2 y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.

3 Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.

4 Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas.

5 Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto;

6 quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,

7 que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

8 «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos.

9 Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo.

10 Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo.

11 El mayor entre vosotros será vuestro servidor.

12 Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

13 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar.

15 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!

16 «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!"

17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro?

18 Y también: "Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado."

19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?

20 Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él.

21 Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita.

22 Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.

23 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.

24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

25 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia!

26 ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!

27 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!

28 Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,

30 y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!"

31 Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.

32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

33 «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?

34 Por eso, he aquí que yo envío a vosotros profetas, sabios y escribas: a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,

35 para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el Santuario y el altar.

36 Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre esta generación.

37 «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!

38 Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa.

39 Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: = ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» =

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