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XXV JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES 

MENSAJE DEL SANTO PADRE
JUAN PABLO II

 

"LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN POR LA UNIDAD Y EL PROGRESO DE LA FAMILIA HUMANA"

(Domingo 28 de Abril de 1991)

 

Queridos Hermanos y Hermanas:

Para la celebración de esta Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales, volvemos de nuevo al tema que constituye el mensaje central de la Instrucción Pastoral Comunio et progressio, aprobada por el Papa Pablo VI en 1971, concerniente la aplicación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre los Medios de Comunicación Social. Preparada según el deseo de los Padres Conciliares, dicha Instrucción contempló, en su día, las principales finalidades de la comunicación social y todos los medios de que sirve para la unidad y el progreso de la familia humana. En el vigésimo aniversario de este importante documento, deseo contemplar de nuevo sus consideraciones básicas de cara a invitar a los hijos de la Iglesia a que reflexionen una vez más acerca de los serios problemas y las numerosas oportunidades nuevas que ofrecen el continuo desarrollo de los medios de comunicación, especialmente en relación a la unidad y el progreso de todos los pueblos.

La Iglesia posee desde hace mucho la convicción de que los medios de comuniación social (prensa, radio, televisión, cien...) han de ser contemplados como "dones de Dios" (cfr. Pío XII, Carta Encíclica Miranda prorsus, AAS, 24 (1957), p. 765). La lista de los "dones" que ofrece la comunicación social ha continuado ampliándose desde que fue publicada la Instrucción Pastoral. Realidades tales como satélites, computadoras, videograbadoras y los cada vez más numerosos medios para la transmisión de informaciones están ahora a disposición de la familia humana. El objeto de esos nuevos dones es el mismo que el de los demás medios de comunicación tradicionales: conducirnos a una cada vez mayor fraternidad y comprensión mutua, y ayudarnos a avanzar en nuestro humano destino de amados hijos e hijas de Dios.

La relación entre esta consideración general y la reflexión que en esta ocasión deseo ofrecer es clara y directa: un tal poder puesto a disposición del hombre significa un elevado sentido de responsabilidad en su utilización por parte de aquellos a quienes afecte. Según lo expresado en la Instrucción Pastoral de 1971, los medios de comunicación social son instrumentos carentes de vida propia. El que cumplan o no las finalidades para las cuales nos fueron dados, depende grandemente de la prudencia y sentido de responsabilidad con que se utilicen.

Desde el punto de vista cristiano, son unos medios maravillosos a disposición del hombre, bajo la providencia de Dios, para construir unas relaciones más fuertes y claras entre los individuos y en toda la familia humana. En verdad, al desarrollarse, los mass media son capaces de crear un nuevo lenguaje que pone a la gente en condiciones de conocerse y entenderse mutuamente con mayor facilidad, y por tanto de trabajar juntos con mayor prontitud a favor del bien común (cfr. Communio et progressio, 12) E incluso además, pueden ser medios eficaces de mayor compañerismo y de auténtico progreso humano, estos medios han de ser un canal y expresión de verdad, justicia, paz, buena voluntad y caridad activa, ayuda mutua, amor y comunión (cfr. Ibid. 12 y 13). El que los medios puedan servir para enriquecer o empobrecer la naturaleza del hombre, depende de la visión moral y de la responsabilidad ética de quienes están implicados en el proceso de las comunicaciones y de aquellos que reciben el mensaje de estos medios.

Todo miembro de la familia humana, ya sea el más humilde de los consumidores o el más poderoso productor de programas, tiene su responsabilidad individual al respecto. Me dirijo por esto especialmente a los Pastores de la Iglesia y a los fieles católicos que están comprometidos en la tarea de las comunicaciones sociales para reanimar en ellos el conocimientos de los principios y directrices que con tanta claridad quedaron ya expuestas en la Communio et progressio. Que todos puedan entender mejor en donde está su deber y se animen a realizar sus deberes como un servicio fundamental a la unidad y al progreso de la familia humana.

Tengo la esperanza de que esta vigésimo quinta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales sea ocasión de atención renovada por parte de las parroquias y comunidades locales a las diversas implicaciones de estos medios y su influencia en la sociedad, en la familia y en los individuos, especialmente en los niños y en los jóvenes. Veinte años después de la publicación de la Communio et progressio cabe adherirse plenamente a aquellos que el Documento advierte y a las expectativas referentes al desarrollo de las comunicaciones: "Cada día, y con rapidez, crece la conciencia de la responsabilidad del pueblo de Dios en el uso de los medios de comunicación social para que éstos presten una fecunda y eficaz colaboración al progreso de la humanidad entera... a fin de que, hasta el útlimo rincón del orbe, llegue el testimonio de Cristo Redentor" (n. 182). Pido a Dios fervientemente que os guíe y sostenga en la realización de esta gran tarea y esperanza.

Del Vaticano, 24 de enero de 1991, Fiesta de San Francisco de Sales.