volver Orientaciones Pastorales 2002-2005 Mons. Alejandro Goic´ volver
2.- Consagrados al servicio del Pueblo de Dios.
Un don muy grande para la Iglesia Diocesana los constituyen los consagrados en la vida sacerdotal, diaconal y religiosa, Junto con el obispo, son los primeros responsables de la acción pastoral diocesana. Servicio de responsabilidad llamado a ser vivido en el espíritu de Jesús: “el primero sea servidor de todos”.
En nuestra Diócesis, junto a los sacerdotes diocesanos y a los diáconos permanentes, existe una importante presencia de carismas religiosos femeninos y masculinos.
Es fundamental en los consagrados el cultivo de la vida espiritual, el servicio a la comunión y la formación permanente.
La Diócesis tiene establecidos algunos momentos fuertes para ayudar a los consagrados en su fidelidad a su vocación:
· El Retiro espiritual anual para sacerdotes y diáconos permanentes, que constituye un momento de gran relevancia en la renovación del gozo de la propia consagración y del servicio.
· Los religiosos y religiosas realizan su retiro anual de acuerdo a su carisma y según la programación de su respectiva congregación.
· Los sacerdotes diocesanos seguirán reuniéndose tres a cuatro veces cada año para profundizar su propia espiritualidad. Lo mismo hacen los religiosos y las religiosas.
· Mensualmente se continuará con la Jornada de Formación Permanente para todos los Consagrados: la eucaristía, los temas de reflexión y actualización pastoral, y la coordinación, marcarán dicho encuentro.
· Se sugiere que cada agente pastoral consagrado tenga al mes “un momento fuerte” de oración personal, de “descanso en el Señor”.
· Se aconseja a los presbíteros del clero diocesano formar equipos de vida sacerdotal para profundizar en la amistad, en la alegría de la propia consagración y en la sana convivencia.
· El Obispado procurará designar a uno dos sacerdotes para el acompañamiento personal de los consagrados.
· Se mantendrá el Miércoles Santo como día de Retiro para
todos los agentes pastorales consagrados, el cual culmina en la Catedral con la
consagración de los Santos Oleos y la renovación de las promesas sacerdotales.