volver  Orientaciones Pastorales 2002-2005  Mons. Alejandro Goic´   volver

 3.-  LA PASTORAL TERRITORIAL.

La tarea fundamental de la Iglesia diocesana es la evangelización: el anuncio salvador de Jesucristo y su Evangelio. San Pablo nos recuerda que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Las personas viven en un determinado lugar: ahí pertenecen, ahí desarrollan su existencia, ahí viven. Sin duda, que hoy, en la vida moderna, hay mayor movilidad. Por eso hablamos de pastoral territorial en los sectores poblacionales-urbanos y en los sectores rurales. Y también hablamos de pastoral ambiental, por ejemplo, el mundo universitario, de los profesionales.

Por ello, en esta parte de nuestro proyecto pastoral hablaremos de la evangelización en el territorio y en el ambiente.

3.1.- Decanatos.

 El Decanato es una instancia diocesana que une a “varias parroquias cercanas entre sí, para facilitar el cuidado pastoral, mediante una actividad común”[1].

La realidad pastoral  de las Parroquias de la Diócesis de Osorno ha demandado que -desde el año 2002- quede constituida por cuatro decanatos; dos en la ciudad de Osorno y dos en el resto de la provincia de Osorno:

- Decanato Centro:

Constituido por las Parroquias:

· “San Mateo”                                              - Sector Plaza de Armas.

· “San Francisco”                                         - Sector Mercado Central.

· “Nª Sª del Carmen”                                   - Sector Angulo

·“María Reina de los Mártires”                   - Sector Pilauco

· “Sagrado Corazón”                                   - Sector Chuyaca

· “Juan XXIII”                                             - Sector Zenteno

- Decanato Rahue:

Constituido por las Parroquias:

· “Nª Sª de Lourdes”                                    - Sector Rahue Bajo

· “Jesús Obrero”                                           - Sector Rahue Alto

· “San Leopoldo Mandic”                            - Sector Rahue Alto

· “Buen Pastor”                                            - Sector Ovejería

· “San José”                                                 - Sector Francke.

- Decanato Costa:

Constituido por las Parroquias:

· “Nª Sª de la Candelaria”                            - San Pablo

· “San Bernardino”                                      - Quilacahuin

· “San Juan Evangelista”                             - San Juan de la Costa

· “Cristo Resucitado”                                  -  Cuinco

· “San Joaquín y Santa Ana”                       - Riachuelo

· “Sagrada Familia”                                     - Río Negro.

- Decanato Cordillera:

Constituido por las Parroquias:

· “San Sebastián”                                        -  Purranque

· “San Agustín”                                           - Puerto Octay

· “San Pedro Apóstol”                                 - Rupanco

· “San Juan Nepomuceno”                          - Cancura

· “Nª Sª de Fátima”                                     - Entre Lagos.

Estos Decanatos -cuya misión fundamental  será hacer realidad y velar para que se concreticen las OOPPDD y las orientaciones emanadas del Directorio de Pastoral Sacramental para la preparación y celebración de los Sacramentos- para su gobierno y su Misión Evangelizadora, cuentan con un respectivo Decano y un Consejo Pastoral Decanal.

3.1.1.- Decano:

La misiones principales del Decano son ayudar a crear un clima de fraternidad y mutua colaboración en el respectivo Decanato, entre sacerdotes, diáconos, religiosas(os) y laicos; y colaborar en la animación de la Pastoral Orgánica en el Decanato, buscando la unidad de criterios pastorales en la coherencia con las OOPPDD 2002-2005, y la optimización de los recursos humanos y materiales.

3.1.2.- Consejo Pastoral Decanal:

Organismo de comunión y participación de los agentes pastorales de las parroquias, Comunidades Eclesiales de Base, Movimientos, Colegios y otras instancias pastorales que existan dentro de la jurisdicción territorial del Decanato, cuya función específica se relaciona directamente con la tarea del Decano.

3.2.- Las Parroquias.

“La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la iglesia particular, cuyo cuidado pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se le encomienda a un párroco, como su pastor propio”[2].

La parroquia está ligada a nuestras primeras experiencias de fe. Desde niños conocemos nuestra parroquia, ahí fuimos bautizados, celebramos la iniciación a la Eucaristía, se nos confirmó en la fe, se unieron en el sacramento del matrimonio las jóvenes parejas. En la parroquia, Dios nos regala su perdón y su eucaristía. Ahí oramos en toda circunstancia. La parroquia es parte fundamental de nuestra existencia creyente.

La parroquia es una comunidad de fieles, enamorados de Jesucristo que son permanentemente evangelizados y que, al mismo tiempo, sienten la urgencia de la evangelización: de llevar a otros el gozo del Señor y del Evangelio.

El párroco, en comunión con el Obispo, es el conductor pastoral de la comunidad parroquial. Sabe integrar y hacer participar a los sacerdotes vicarios, a los diáconos permanentes, a las religiosas y religiosos, y a los laicos. Va uniendo carismas y ministerios para el crecimiento de la Iglesia. Vincula a la parroquia con el respectivo decanato, con la Iglesia diocesana y con la Iglesia universal, en una visión verdaderamente católica.

Vamos a señalar algunos aspectos fundamentales para vivir una intensa y fecunda vida parroquial que ayude al encuentro con Jesucristo.

3.2.1.- La Oficina parroquial y el servicio del secretario (a).

La oficina parroquial es una instancia muy importante en la parroquia, por la tarea informativa que desempeña en la articulación de la Pastoral Parroquial y su relación con los fieles laicos. Es una de las puertas de entrada a la Parroquia, donde los fieles laicos se encuentran con la Secretaria o Secretario Parroquial, quien tiene la tarea principal de acoger, orientar y animar.

Es importante que quien ejerza el servicio de secretario (a) sea un creyente que dé testimonio de su fe, que sea un verdadero seguidor y apóstol de Jesucristo. Es una persona que conoce a fondo el proyecto pastoral diocesano y se involucra personalmente, en la parte que le corresponde, en su realización.

Se señalan algunas recomendaciones especiales:

·  En la realización del presente proyecto pastoral continuarán los encuentros de formación permanente y espiritualidad para todos los secretarios (as) parroquiales a cargo del Vicario General. Los párrocos deben dar las facilidades respectivas para su participación.

·  Es importante que el Secretario (a) Parroquial sea integrante del Consejo de Pastoral Parroquial.

·  Especial preocupación debe tener la mantención de los libros y archivos parroquiales. Este es un servicio de caridad a los fieles y a la Iglesia toda.

·  Las informaciones matrimoniales son de responsabilidad del Párroco, salvo que el secretario (a) cumpla lo prescrito en el can. 1067,1(cf R 1067,1 y 2 de la Legislación Complementaria de la CECH)

·  Especial preocupación tendrá el secretario (a) en la actitud hacia las personas que acudan a la Oficina. La acogida bondadosa, la respuesta adecuada, la paciencia frente a las incomprensiones, ayudarán a las personas y abrirán sus corazones al encuentro con Jesucristo.

3.2.2.-Consejo Pastoral Parroquial:

Es un organismo de comunión y participación de los agentes pastorales de la Parroquia, con todos sus sectores, servicios, comunidades, movimientos, etc.; que hay en el territorio parroquial.

a) ¿Quiénes lo integran?

·  El párroco que lo preside.

· Los sacerdotes y/o diáconos que trabajan pastoralmente en la parroquia.

· Las religiosas. Si son muchas, una o dos representantes.

· Laicos representantes  sectores, comunidades, servicios y acciones pastorales de la Parroquia.

· Representante del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos.

· Representantes de los Movimientos Apostólicos que existen en el territorio parroquial.

b) Funciones del Consejo Pastoral Parroquial.

·  Colaborar en la animación pastoral de toda la parroquia, en coherencia con las Orientaciones Pastorales Diocesanas y decanales.

Esto supone:

· Conocer la realidad de todo el territorio parroquial.

· Tener la preocupación por la evangelización de todo el territorio parroquial.

· Buscar –con espíritu evangélico- optimizar los recursos humanos y materiales para un mejor servicio evangelizador.

· Estar en formación permanente. Conocer y profundizar la Palabra de Dios, estar al día en las orientaciones de la Iglesia en el mundo, en el país, en la diócesis.

·  Procurar –con la gracia de Dios- que el Consejo Pastoral Parroquial sea una comunidad de fe, de esperanza, de amor, y que su servicio sea hecho en un clima de discernimiento.

· Prepararse adecuadamente para la sesión mensual del Consejo.

Para profundizar en los diversos Consejos, el Obispo diocesano escribió una Carta Pastoral en abril de 1998, titulada “Una Iglesia servidora de la comunión”.

3.2.3.- Consejo Parroquial de Asuntos Económicos:

Dicen las leyes de la Iglesia:

“En toda parroquia ha de haber un Consejo de Asuntos económicos que se rige, además del derecho universal, por las normas que haya establecido el Obispo diocesano, y en el cual los fieles, elegidos según esas normas, prestan su ayuda al Párroco en la administración de los bienes de la parroquia”[3].

La Conferencia Episcopal de Chile, en su Asamblea Plenaria de 1995, aprobó el proyecto “Financiamiento de la Iglesia, un nuevo enfoque”. A  través de una Comisión especializada hizo llegar a todas las parroquias de Chile una Carpeta con orientaciones para implementar este programa.

En nuestra Diócesis, a cada parroquia se le entregó este documento. Ahí se dice: “El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos se define como un organismo integrante de la acción parroquial, a través del cual los laicos participan junto a su párroco en la organización, promoción y dirección de toda la gestión financiera de la parroquia. Debe integrar en su administración todos los recursos materiales de la comunidad parroquial, para su uso orgánico y racional de sus bienes”.

El Obispo diocesano entregará en el año 2002 un documento especial que contendrá aspectos prácticos y concretos para el buen funcionamiento de los consejos parroquiales de asuntos económicos y elementos de espiritualidad para los administradores de los bienes materiales en la Iglesia.

3.2.4.- La pastoral sacramental.  

La Iglesia, Sacramento de Jesús,  se explicita en varios sacramentos: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Reconciliación, la Unción de los Enfermos,  el Orden y el Matrimonio . Los siete sacramentos están vinculados entre sí: son la expresión de la sacramentalidad global de la Iglesia como Sacramento de Cristo.  

Los siete sacramentos son una manera privilegiada de la presencia eficaz de Cristo y de su obra redentora a favor de toda la humanidad.  

De ahí que todos los agentes pastorales: sacerdotes, religiosas, catequistas, animadores de comunidades, etc., hemos de procurar una profundización sólida de la doctrina de cada sacramento, de su celebración digna y participada, y de una adecuada formación a quienes reciban la gracia de Dios a través de la recepción de algún sacramento. La Palabra de Dios, especialmente el Nuevo testamento, y el Magisterio –de manera particular el catecismo de la Iglesia católica- son fuentes preciosas para la educación de la fe.  

En el mes de Mayo de 1997, el Obispo diocesano publicó el “Directorio de Pastoral Sacramental de la Diócesis de Osorno” que conserva toda su vigencia y actualidad. El Directorio constituye un medio eficaz para avanzar decididamente en la pastoral orgánica, que nos conduzca a una mayor comunión y unidad eclesial.  

No es necesario repetir aquí todo lo que dice el Directorio. Hay que acudir a él. Estudiarlo, profundizarlo y ponerlo verdaderamente en práctica es el desafío de toda la Diócesis, de cada una de las Parroquias, en especial de los catequistas, sacerdotes y religiosas.  

Parte importante de la acción pastoral en cada una de las parroquias, se realiza en la pastoral sacramental. Realizar una acción catequética seria y celebraciones sacramentales dignas, constituirán para nuestros fieles verdaderos encuentros con Jesucristo que transformarán sus vidas.  

3.2.5.- Las Comunidades Eclesiales de Base.  

La realidad de nuestras parroquias es que son muy extensas y pobladas. En ese contexto, en prácticamente todas las parroquias surgen las llamadas Comunidades Eclesiales de Base, que normalmente cuentan con una Capilla.  

El documento “Orientaciones para el servicio de los animadores de Comunidades Eclesiales de Base”, publicado por la Conferencia Episcopal de Chile, en Enero 2001, describe así estas comunidades:  

“Una comunidad de iglesia perteneciente a una parroquia que está presente en un sector rural o urbano y cuenta con uno o varios animadores. Está compuesta por familias del sector que, poco a poco, se van conociendo e integrando y que, generalmente, cuenta con una capilla y otras dependencias para realizar sus celebraciones de la fe, en especial la eucaristía dominical o, donde ella no es posible, celebraciones de la palabra; sus catequesis y sus actividades comunitarias, recreativas, solidarias y misioneras”[4].  

El Santo Padre resume maravillosamente la identidad y misión de las CEB con las siguientes palabras: “Son un signo de vitalidad de la iglesia, instrumento de formación y de evangelización, un punto de partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la ‘civilización del amor’. Estas comunidades descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas; se enraízan en ambientes populares y rurales, convirténdose en fermento de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la transformación de la sociedad. En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual él también se siente un elemento activo, estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mismas comunidades son instrumento de evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios, a la vez que, animadas por la caridad de Cristo, ofrecen también una orientación sobre el modo de superar divisiones, tribalismos y racismos”[5].  

En nuestra realidad diocesana existen muchísimas de estas comunidades y son un verdadero don de Dios; ellas están en íntima comunión con la parroquia respectiva, a través del Animador de la Comunidad Eclesial de Base.  

En el periodo de vigencia de las presentes Orientaciones Pastorales Diocesanas, vamos a profundizar el reciente documento de la Conferencia Episcopal de Chile y asumir los criterios para la formación y el servicio del Animador de las Comunidades Eclesiales de Base.  

3.2.6.- Las Comunidades Cristianas de Base. En algunas parroquias de la Diócesis existen las llamadas Comunidades Cristianas de Base (CCB). En ellas se aplica la definición dada por la Encíclica “la Misión del Redentor”: “Se trata de grupos de cristianos a nivel familiar o de ámbito restringido, los cuales se unen para la oración, la lectura de la Escritura, la catequesis, para compartir problemas humanos y eclesiales de cara a un compromiso común. Son un signo de vitalidad de la Iglesia, instrumento de formación y de evangelización, un punto de partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la ‘civilización del Amor’”[6]. La CCB permite a cada cristiano hacer una experiencia comunitaria en la que junto con crecer en la fe recibe el estímulo y el apoyo de los hermanos para convertirse en un evangelizador de su propio ambiente, fermento en la masa. Para que las comunidades respondan a su condición de “cristianas” –recuerda la Encíclica RM- deben “formarse y vivir en Cristo, en la escucha de la palabra de Dios, en la oración centrada en la eucaristía, en la comunión expresada en la unión de corazones y espíritus, así como en el compartir según las necesidades de los miembros”. Cada comunidad –recordaba Paulo VI- debe vivir unida a la Iglesia particular y universal, en sincera comunión con los pastores y el magisterio, comprometida en la irradiación misionera y evitando toda forma de cerrazón y de instrumentalización ideológica.

En este proyecto pastoral hemos tomado la opción de una acción misionera anual (Segunda quincena de Octubre hasta el inicio del Mes de María) en un determinado sector de cada parroquia. El fruto que esperamos, con la gracia de Dios, es la formación de estas Comunidades Cristianas de Base, vividas en el Espíritu del Señor y la enseñanza del Magisterio de la Iglesia.  

3.2.7.- El servicio pastoral a toda la comunidad del territorio parroquial.  

En este apartado sobre las parroquias hemos  hablado del servicio a la unidad del párroco, vicarios, diáconos, religiosas y religiosos, secretario (a) parroquial; de los dos Consejos -pastoral y económico- para crear una real comunión y participación de todo el pueblo de Dios; hemos dicho algo de las Comunidades Eclesiales de base y de las Comunidades Cristianas de Base, y de la santificación de los fieles a través de la pastoral sacramental.  

Ahora nos queda añadir que la Parroquia está inserta en un determinado territorio. Todo lo que acontece: las alegrías y las esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos los hombres y mujeres de ese territorio, lo son también de la Parroquia, que se hace servidora de todos: de creyentes y no creyentes, de católicos practicantes y de católicos alejados. De todos.  

Ninguna realidad le es ajena. De ahí que el Consejo Pastoral Parroquial, presidido por su párroco, está siempre atento a todo lo que acontece para servir incansablemente.  

Y el mayor servicio a ese determinado territorio –que le compete a la parroquia- es el anuncio de Jesucristo, salvador de todos los hombres y mujeres. Por eso surgen diversas pastorales: de jóvenes, de familias, de niños, de enfermos, de apoyo a los más pobres y sufrientes, etc.  

Por ello, en la preocupación por la formación de personas, capaces de dar razón de su fe y de transmitirla gozosos a otros, debe estar el acento central, como lo señala el Marco Doctrinal de estas Orientaciones Pastorales. Formar personas integralmente cristianas, con sólida vida interior, con vida eucarística y retiros espirituales. Que la parroquia llegue a ser una verdadera “escuela de oración”, de encuentro íntimo, hondo con Jesucristo. La tarea principal del párroco y/o vicario y de los consagrados, es formar personas y saber delegar funciones y tareas en los hermanos laicos; buscar apoyo en los organismos diocesanos. Implementar en la Parroquia las grandes prioridades pastorales: formación de personas, las tareas misioneras, la pastoral de niños y de jóvenes, la pastoral familiar, la catequesis en todas sus formas y la pastoral social, como signo de amor solidario. 

De cara al Cincuentenario de la Diócesis de Osorno, nuestras parroquias están llamadas a ser un signo claro y elocuente del amor de Jesucristo por todos los seres humanos, especialmente por los más necesitados.

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[1] C.D.C., 374, 2  
[2]
C.D.C. 515,1  
[3]
C.D.C., 537  
[4]
O.O.S.A.CEB, 20
[5]
R. M., 51  
[6]
Id.