volver Mons. Alejandro Goic´ volver
I.- BREVE MIRADA A LA REALIDAD DE LA PROVINCIA y DE LA IGLESIA DE OSORNO.
1.- Provincia de Osorno.
Los laicos, sacerdotes y
religiosas que participaron en el proceso de preparar estas Orientaciones
Pastorales consideraron como principales
fortalezas de nuestra provincia:
En
primer lugar, la vida familiar,
dentro del reconocimiento de la existencia de diversas culturas que han ido
consolidando el tejido humano de Osorno, tanto en el campo como en la ciudad. En
todas ellas se advierte un sentido de pertenencia a estos orígenes y una
valoración de la vida familiar como núcleo fundamental de la sociedad, sin
desconocer, por otra parte, las crisis y dificultades que ella, evidentemente
atraviesa. Pero, en lo fundamental, se advierte la importancia del núcleo
familiar expresada en un hondo sentido de solidaridad, particularmente en los
momentos de dolor y de tragedias o en el gozo de la celebración, tanto en las
expresiones sociales como en las religiosas; en el amor y respeto a las propias
tradiciones; etc.
En segundo lugar, se ha
destacado la cercanía territorial, que favorece y facilita el desplazamiento
desde y hacia los diversos sectores de la provincia de Osorno. Ello permite un
relativo fácil acceso, tanto a los centros poblados (villas y ciudades) y de
servicios (públicos y privados), como a los lugares de atracción turística,
que en la provincia son muchos y de
gran belleza, constituyendo una fuente de desarrollo potencial de gran
envergadura. La ciudad de Osorno es, prácticamente, equidistante de los
diversos pueblos, villas, ciudades y distintos sectores rurales, lo que facilita
una comunicación rápida.
Finalmente se destacó, como
tercera fortaleza, a los recursos silvo-agropecuarios,
que generan muchas expectativas de progreso en la provincia por constituir una
gran fuente de riqueza. Estos recursos desafían la creatividad, tanto de los
inversionistas, investigadores y trabajadores, como de las políticas de
Gobierno, para poder competir en un mundo global.
Entre
las debilidades de nuestra provincia,
los participantes en el proceso de preparar estas Orientaciones
Pastorales destacaron, en primer lugar, los
grandes problemas sociales que, lamentablemente, aún persisten. A nivel
familiar, el alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar, la
promiscuidad, etc.; a nivel social, la falta de trabajo como consecuencia de la
carencia de industrias, la marginalidad y la pobreza de vastos sectores
poblacionales, campesinos y mundo indígena, constituyen urgentes desafíos a la
acción pastoral de la Iglesia y a la atención preferente del Gobierno.
En segundo lugar, se señalaron las marcadas diferencias socioculturales. La presencia de diversas razas y civilizaciones que, si bien es cierto, ha enriquecido a la Provincia, requiere de una mayor integración de los grupos humanos, para darle al territorio provincial una identidad en la pluralidad de razas y costumbres. Aún se percibe actitudes discriminatorias hacia los más pobres, campesinos y huilliches.
Y, como tercera debilidad, se señaló la urgencia de liderazgos más claros y definidos en el mundo social, sindical, campesino, político, juvenil, etc., que puedan unir y potenciar el desarrollo integral de la Provincia.
Este
breve análisis de nuestra realidad provincial no tiene un nivel científico. Él
es la expresión, en diversas reuniones y encuentros, de lo que perciben las
personas. Ese es su valor. Junto a
estudios más técnicos, constituye para nuestra Iglesia de Osorno la realidad
que estamos llamados a evangelizar, a iluminar con la persona de Jesucristo y su
Buena Nueva.
2.-La Iglesia de Osorno.
En uno de los anexos de estas Orientaciones sea hace un recuerdo histórico sucinto de la vida eclesial en Osorno desde sus orígenes. Aquí, simplemente se recogen las fortalezas y debilidades que, los que trabajaron en el proceso de preparación, señalaron.
Entre las principales fortalezas se ha destacado la cercanía del Pastor Diocesano, que con su carisma y cercanía a la gente, unifica y acoge a todos, creando un clima de comunión. Junto al servicio del pastor aparece clara la entrega de los sacerdotes al servicio pastoral, de los diáconos permanentes y de las diversas comunidades religiosas femeninas, tomando en cuenta además, que en el último tiempo, se han incorporado varias congregaciones nuevas en la Diócesis.
La participación de los laicos, aparece consignado también como un hecho relevante y significativo. Los laicos han ido asumiendo mayores responsabilidades en las parroquias, comunidades, movimientos apostólicos y, en general, en toda la organización pastoral. Junto a su participación se ve claramente su mayor formación. Es interesante consignar el esfuerzo que se ha ido dando en la creación de los diversos consejos de pastoral, a nivel diocesano y parroquial, que permite crecer en comunión y participación.
Se
han abierto diversos espacios de formación para los laicos, como la Escuela
Ministerial, la preparación de profesores de religión en convenio con el Hogar
Catequístico ligado a la Pontificia Universidad Católica de Chile, las
Escuelas de Verano, todos los cursos que dictan los diversos Departamentos
Diocesanos, etc. Todos estos espacios formativos han permitido el aumento y la
calidad del compromiso personal de los laicos con la Iglesia. Uno de esos
compromisos que se ha hecho más evidente es la conciencia
misionera.
En relación a las debilidades se dijo que falta aún más evangelización, particularmente en algunos ambientes de la vida de nuestra provincia, en el mundo profesional y campesino; algunas comunidades carecen del sentido misionero, falta de perseverancia y poca formación bíblica y litúrgica.
Se nota una carencia de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Ha faltado un trabajo más profundo en este aspecto del personal consagrado y una vida testimonial más gozosa que pueda ser estímulo para las nuevas generaciones.
La formación de los laicos deberá insistir también en su compromiso temporal, en las diversas organizaciones del tejido social para impregnarlo de los valores del Reino de Dios.
Se
señaló también lo difícil que resulta crear conciencia en los católicos del
aporte del 1% a la Iglesia,
como un signo claro de pertenencia. De parte de la Diócesis y de las
Parroquias, se hace urgente una mayor información
y transparencia en cantidad de
recursos y en el uso que de ellos se hace.