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COMENTARIO SEMANAL DE MONS. ALEJANDRO GOIC´ K.

Domingo 01 de junio Domingo 08 de junio
Domingo 15 de junio Domingo 22 de junio
Domingo 29 de junio


DOMINGO 01 DE JUNIO


VIVAMOS EL DOMINGO EN FAMILIA


Con ocasión de la introducción experimental de una jornada laboral al mes para el comercio en Santiago Centro, en día Domingo, los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile en nuestra última sesión (20-V) abordamos el tema desde una perspectiva antropológica, religiosa y familiar.

Constatamos en nuestro trabajo diario el daño profundo que sufre una familia a causa del desempleo. Por ello, alentamos de corazón todas las iniciativas que promuevan un empleo digno para todos los chilenos que buscan trabajo. Consideramos, si, que es urgente para el país que se legisle para defender el domingo como día de descanso, permitiendo aquellas tareas cuyo funcionamiento es necesario, mediante turnos indispensables, para el bien de la sociedad.

El ser humano necesita descansar. Numerosas naciones desarrolladas así lo han comprendido, y en ellas sólo algunos centros comerciales abren sus puertas los domingos. Lo hacen en sistemas de turnos y por pocas horas.

 Nuestro País encabeza la lista de aquellos con más horas de trabajo semanal. Vemos con preocupación como muchos hombres y mujeres se ven obligados a largas jornadas, que se prolongan por los trayectos hasta los lugares de trabajo. No faltan los que prolongan su trabajo en el hogar. Sus hijos duermen cuando los padres salen a trabajar, y a  veces ya se han acostado cuando regresan cansados por la noche. Urge acortar las horas semanales de trabajo.

¡Cuánto mayor es el daño, si los que trabajan toda la semana tienen que volver al trabajo el día domingo, repitiendo la rutina de los días laborales! Tampoco la compensación con un día libre durante la semana parece resolver bien esta grave dificultad, pues es probable que en ese día, en la mayoría de los casos, el resto de la familia se encuentre laborando o estudiando. No hay horas extraordinarias ni compensación económica que pueda suplir la falta del padre y de la madre en los momentos de vida familiar.

Valoramos los avances que la legislación laboral chilena ha logrado en esta materia, pero creemos que, como sociedad, no se debería permitir que la actividad recreativa o comercial de numerosas familias se deba sustentar en el trabajo extraordinario obligado de otras. Y esto particularmente porque los hogares de nuestra patria no resisten la ausencia prolongada de los padres de familia, especialmente de la madre, en los días de fiesta. Para los que tenemos, además el don de la fe, el Domingo es el Día del Señor: es un día diferente, y los creyentes lo consagramos a Dios con la Eucaristía o el Culto, la oración y la vida en familia. Rogamos a Dios para que estas importantes decisiones legislativas no queden sujetas al único juicio del dinero. Hay valores superiores en juego a considerar.

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DOMINGO 08 DE JUNIO


EL TESTIMONIO DE UN CREYENTE

             
El miércoles 4 de junio regresó a Copiapó Mons. Fernando Ariztía Ruiz, después de haber estado casi dos años en Osorno, sirviendo especialmente en la Parroquia Jesús Obrero de Osorno. Fue a vivir los últimos días de su vida con “su familia” de Atacama, donde sirvió con admirable generosidad por 26 años.

 Impresionantes las muestras de afecto de los osorninos que lo conocieron. Vieron en él a un verdadero testigo de Cristo, a un cristiano ciento por ciento. A todos ellos, a los que han llamado por teléfono para saber del estado de su salud, a todos, me permito transcribirles parte de su último escrito, como legado y testimonio:

 “Siento que en la vida he sido un privilegiado. Es mucho lo que se me ha dado; entre ello agradezco tu rica amistad, y la de tantos otros hermanos y hermanas ¡¡son mi familia!!, todos unidos al único tronco vivo que es Jesús. Ahora en la enfermedad y ante la no lejana “Hermana Muerte” sigo siendo también un privilegiado, ya que Jesús ha tenido la delicadeza de “tocar la campanilla” para hacerse anunciar, y no ha llegado en forma repentina. Sé que El es “mi amigo” y tengo confianza que me reconocerá entre los suyos, ya que El ha venido “no por los justos sino por los pecadores” y me presentará a ese Padre que siempre acoge a sus hijos con los brazos abiertos. Esta enfermedad es ciertamente un “tiempo de Gracia” y fuente de bendición.

 Se que en la muerte voy a encontrarme con lo que todos esperamos: la Vida en plenitud, eterna, sin límites. Entraremos al gran banquete del Reino en que “el Señor Yavé enjugará las lágrimas de todos los rostros”, y reunirá una multitud innumerable proveniente “de todas las razas, pueblos, lenguas y naciones”. “Creo en la resurrección de los muertos”. Cristo fue el primero ¡El venció a la muerte! Y nos hace partícipes de su resurrección. Tengo muy claro que mi destino final no está  en el cementerio ni bajo las flores que –a pesar de la petición que hoy hago- seguramente adornarán mi tumba, porque no pierdo la vida sino que la encuentro plenamente siguiendo al que ha venido a darnos “Vida en abundancia”.

 Cuando hace dos años dejé Atacama, y muchas personas me preguntaban qué podrían regalarme, les respondía a mi directamente: no me regalen nada, sino que busquen –y no es difícil- una familia necesitada, y entreguen una canasta de alimentos. Ahora les pido lo mismo: no me llenen de flores sino que ayuden y sean solidarios con otros hermanos. En mi camino he tratado de servir a los más cercanos amigos de Jesús, los pobres y los no tomados en cuenta. Confío en que ellos me tomen de la mano y me presenten al Resucitado. A todos los que he ofendido a lo largo de los años, les pido perdón!”

 El Espíritu Santo, que hoy celebramos en Pentecostés, siga suscitando testigos del Evangelio como don Fernando.

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DOMINGO 15 DE JUNIO


DESCANSO DOMINICAL

Se ha suscitado una polémica en torno al día domingo. ¿Se debe trabajar o no ese día? La Iglesia, a través, de su Comité Permanente dijo una palabra de reflexión serena. En esta misma columna semanas atrás compartí esa reflexión titulada “vivamos el domingo en familia”.

En este tema se afirma que los Obispos queremos influir, para que se cumpla sólo lo que corresponde a los creyentes, es decir, no trabajar en día domingo y celebrar el día del Señor. ¿Es así?

En los países de Europa, donde se da una fuerte secularización, existe una legislación muy severa y estricta para proteger el descanso en domingo. ¿Porqué? Porque se trata de algo sabio: se detiene el trabajo todos al mismo tiempo y poder tener así un día diferente. Ello contribuye a que todo ser humano, que está llamado a trabajar y a hacer progresar el mundo, no está sólo hecho para ello; el estar con sus seres queridos, el juntarse y compartir con los amigos, el visitar a otros, el practicar deportes o disfrutar de una fiesta deportiva, el pasear y gozar de la belleza de la naturaleza, el leer y disfrutar de la música, etc, son dimensiones de la  existencia humana fundamentales e imprescindibles. Es por ello, que una civilización tan antigua como Europa defiende el Domingo. Y por ello, también la defendemos los hombres de Iglesia, además de nuestros motivos estrictamente religiosos.

Es evidente, por otro lado, que algunos deberán trabajar el día domingo. El personal que atiende a los enfermos en los hospitales, los que elaboran el pan, los que trabajan en grandes complejos industriales que no se pueden detener, etc. Podríamos multiplicar  los ejemplos. La sociedad tiene mucho que agradecer a tantos que se sacrifican y que sirven al bien común en los días domingos.

Pero, lo que es perfectamente posible, es que el comercio detenga su actividad el día domingo. Hace más de 30 años que los Bancos no trabajan los días sábados y domingos y eso no ha dañado la vida económica. Por supuesto, si fuera absolutamente indispensable que algún negocio o tienda abra sus puertas el domingo, puede hacerse en turnos y por pocas horas. Se trata de una cuestión de organización, de búsqueda del bien común, de salvar valores y dimensiones de la existencia humana indispensables para que sea verdaderamente humana.

En los tratados de libre comercio que nuestro País ha firmado, y que confiamos signifiquen mayor desarrollo, se habla de los potenciales “consumidores”. Ya no somos seres humanos, “únicos e irrepetibles”. Se nos califica de “consumidores”. ¿No estará por ahí la razón última de esta polémica acerca del descanso dominical? ¿Qué somos, consumidores o seres humanos? Quiero seguir siendo un ser humano. Que “consume” para vivir, pero no “vive” para consumir.

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DOMINGO 22 DE JUNIO


EL FENOMENO DE LA GLOBALIZACIÓN

 
A propósito  de los tratados de libre comercio con que Chile se relaciona con el mundo, se vuelve a hablar del mundo global. ¿Qué es globalización? ¿Cuáles son sus características? ¿Cómo se manifiesta?

 Entendemos por globalización un fenómeno reciente y acelerado, de cambios radicales, que ha trastocado principalmente la economía y el trabajo, el comercio y las finanzas internacionales, las comunicaciones y las culturas del orbe. Este fenómeno tiene como causas –entre otras- los avances de la tecnología y, en especial, de la  informática, de la red de enlaces mundiales (satélites e internet) y del mercado libre, de decisiones políticas y de los centros de poder. La globalización es parte de un auténtico “cambio de época”.

 Las características claves de la globalización son: la comunicación mundial en forma instantánea, la velocidad con que se producen los cambios, la generación de nuevos paradigmas y el continuo aceleramiento de estos procesos. Cada vez se descubren nuevas interrelaciones entre lo económico y lo político, entre lo científico y lo psicológico, entre lo ético y lo cultural; surgen además nuevas formas de colaboración internacional entre personas y comunidades, ya sea de apoyos solidarios en proyectos o como protestas y propuestas coordinadas ante situaciones de injusticia.

 La globalización se manifiesta en todas las dimensiones de nuestra existencia. Podemos descubrir su presencia en: una mayor producción y riqueza mundial, aunque cada día peor distribuida; una mayor interdependencia e intercambios entre las naciones del mundo, aunque de manera asimétrica; un mayor conocimiento y dominio de la naturaleza, aunque privilegiando a pequeñas elites hegemónicas y, en la mayoría de los casos, degradando los ecosistemas; la lucha contra las enfermedades y los desastres naturales, aunque todavía con una falta enorme de equidad hacia los pueblos más vulnerables; los avances de la cultura y del arte, pero con desigual distribución de beneficios; una mayor insistencia en los derechos humanos universales, aunque con carencia de una adecuada base de  valores y principios éticos, etc.

 En resumen, la globalización para algunos ha significado vida y creatividad, avance y realización; para una gran mayoría es egoísmo  y frustración, exclusión y muerte. “El reto actual es humanizar y globalizar la solidaridad”, como afirmó Juan Pablo II en su discurso del 27 / IV / 2001 a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. “La globalización no es a priori ni buena, ni mala. Será lo que la gente haga de ella”.

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DOMINGO 29 DE JUNIO

LOS SANTOS Y EL “CURA TATO”

El martes pasado el poder judicial falló en primera instancia en contra del llamado “Cura Tato” por los abusos sexuales a menores cometidos durante el ejercicio de su ministerio. Profundamente lamentables los hechos. Dramas humanos en las víctimas y en el victimario. Dramas difíciles de comprender y de asumir.

 Hoy la Iglesia celebra a San Pedro y San Pablo, las llamadas “columnas de la Iglesia”. Es maravilloso ver como el conjunto del Nuevo Testamento nos presenta a Pedro y Pablo viviendo su camino de fe, y con todo lo que éste significa: experiencia de conversión en medio de pecados y debilidades, de generosidad y conflictos, de diálogos y perdones, de sufrimientos y gozos.

 Ambos pagaron con su propia vida su fidelidad a  Jesucristo y a su Iglesia; más allá de sus grandezas y de sus debilidades, se dieron por entero a la causa del Evangelio y  sellaron con su sangre su amor al Señor y a su fe. El poder infinito de Dios edifica la Iglesia a partir de la respuesta de fe de aquellos “ que han entregado su vida a la causa de Nuestro Señor Jesucristo” (Hechos, 15, 26). Esta adhesión a Jesucristo –y todo cuanto de ella deriva- es la fe de los Apóstoles que hoy se nos concede: la gracia de vivir para que Jesucristo siga edificando su Iglesia como signo de la salvación de Dios en nuestro mundo.

Ha sido muy doloroso lo del “Cura Tato”. Y otros lamentables episodios parecidos. Quienes así han ofendido gravemente a Dios y al prójimo merecen castigo de la justicia. Pero también merecen nuestra oración por su conversión. Pero, lamentablemente, se ha utilizado este drama para querer desacreditar a la Iglesia. La Iglesia es divina, la habita el Espíritu de Jesús y ella seguirá hasta el fin de la historia, según la promesa de Jesús. Pero la Iglesia también es humana, constituida por seres humanos limitados, débiles y pecadores. Pero, gracias a Dios, en la Iglesia -donde ha estado presente la gracia y el pecado, y así será hasta el fin- ha prevalecido mucho más la gracia y la santidad.

 Los santos canonizados y los no canonizados dan testimonio del amor a Dios y a los hombres, y lo que Dios puede hacer con los hombres y mujeres que le entregan su vida y ponen su confianza en El.

 Por eso los que tenemos el don de la fe tenemos que sentir con la Iglesia. Sentir con la Iglesia es considerar su causa como nuestra causa, sus éxitos y alegrías como los nuestros, ser solidarios con sus fracasos y con su cruz. Sentir con la Iglesia es vivir con la convicción de que si yo soy mejor, la Iglesia es mejor. Sentir con la Iglesia es mantenernos en comunión con ella en cualquier circunstancia, por muy dolorosa que sea. La Iglesia es mi Madre. Y a la Madre se la ama hasta el fin.

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