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COMENTARIO SEMANAL DE MONS. ALEJANDRO GOIC´ K.

Comentario Domingo 05 de mayo de 2002 Comentario Domingo 12 de mayo de 2002
Comentario Domingo 19 de mayo de 2002 Comentario Domingo 26 de mayo de 2002

 

DOMINGO 05 DE MAYO:

EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN

  En Mayo se celebra el Mes de las Encíclicas Sociales, es decir la enseñanza social de la Iglesia acerca de los problemas del ser humano y su relación con la sociedad.  La Iglesia de Osorno hará en este mes una especial reflexión acerca del actual fenómeno de la Globalización y sus implicancias éticas.

 ¿Qué entendemos por el fenómeno de la globalización?  Se trata de un proceso de unificación de los mercados y de homogeneización de la producción mundial, según el modelo capitalista.  La cibernética y la informática orientan y dinamizan todo este proceso, afectando, no sólo a la esfera económica, sino también a la política, la social y a la cultura].

 El proceso de globalización recibió un gran impulso a fines de los años 80, con la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría.  La ruptura de las fronteras nacionales libera energías antes contenidas: los mercados se amplían, el capital se transnacionaliza, se difunde por todo el mundo multitud de productos y se socializan usos, costumbres, valores y contravalores propios del modelo de vida capitalista.

 Pero surgen también interrogantes sobre sus resultados concretos y sobre todo, emergen nuevos y graves problemas: el narcotráfico, el lavado del dinero sucio, el contrabando, el tráfico de armas, aumentan el terrorismo, los secuestros, las nuevas amenazas a la ecología por los desechos nucleares y la contaminación creciente.

 Nos guste o no, más allá de interpretaciones favorables o recriminatorias, el fenómeno de la globalización es un hecho que está teniendo inmensas repercusiones a nivel mundial, con consecuencias muy profundas, no solamente en el área del comercio o de la economía, sino en todas las áreas económico-sociales y políticas de nuestra sociedad.

 ¿Qué pensar frente a este fenómeno?  Todo ser humano, por el mismo hecho de serlo, goza de una dignidad inalienable.  Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza(Gen. 1,27). Y Jesús nos dice: "Les aseguro que todo lo que hicieron por estos hermanos míos más humildes, por mí lo hicieron" (Mt. 25, 40).  Debemos amar al otro por la simple razón de ser "otro". Por lo tanto, la marginación, la exclusión y la pobreza contradicen radicalmente la dignidad de las personas y el mandato universal del amor.  En la medida en que el modelo neoliberal excluye, en forma directa y sistemática, a tantas y tantas personas de una participación humana y equitativa, se aleja y enfrenta al proyecto de Jesús.

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DOMINGO 12 DE MAYO

  GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD (I)

El domingo pasado reflexionamos acerca del fenómeno de la globalización. Continuamos hoy nuestro análisis acerca de un tema trascendente y complejo.

El Papa Juan Pablo II en numerosos documentos señala que son fundamentales en la globalización las exigencias éticas.

“Si no hay ética –nos dice- el desarrollo será salvaje”. Es urgente volver a lo humano. El  énfasis se ha puesto en el mero crecimiento y desarrollo económico, reduciendo las complejas y variadas apetencias del ser humano a las de tipo material. El desarrollo no puede limitarse a la acumulación de riquezas. La economía y los economistas no pueden ser los máximos rectores de la política de nuestros países. La política es el conjunto de propuestas y actividades ordenadas al bien común de la sociedad.

La satisfacción de las necesidades humanas fundamentales es el fin primario de la economía. El fin de una economía no es el lucro  ni la máxima rentabilidad. Una economía justa tiene que ser una economía orientada hacia la satisfacción de las necesidades humanas, lejos de los falsos criterios consumistas cuyos fines se reducen a la obtención de las satisfacciones superfluas, efímeras o suntuarias. El lucro excesivo se realiza muchas veces con la manipulación de las necesidades ajenas. El ansia desmedida de lucro es uno de los errores básicos del liberalismo económico, provocando una economía de interés exclusivamente individualista que profundiza, cada vez más la brecha que separa a las clases privilegiadas de los pobres. Juan Pablo II en su carta acerca de la preocupación por la cuestión social reitera todos estos conceptos; recuerda la validez de la propiedad privada, pero añade “que sobre ella grava una hipoteca social, es decir, posee una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes”.

Y es el mismo Juan Pablo II que en su Mensaje de la Paz de Enero de 1998 acuñó el término Globalizar la Solidaridad”. El Papa comienza su mensaje reconociendo el fenómeno de la globalización de la economía y de las finanzas como una realidad que se expande con suma rapidez. “Estamos –dice- en los umbrales de una nueva era que conlleva, a la vez, grandes esperanzas e inquietantes puntos interrogativos”.

Lo que preocupa, pues al Papa, no es la globalización en si, sino es el impacto negativo que está teniendo sobre los pobres, como personas y como países.

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DOMINGO 19 DE MAYO

GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD (II)

Termino hoy esta reflexión ética acerca del importante tema de la globalización, realidad con tantas influencias hoy en las personas y en los países.

¿Cuál es el rol de los organismos internacionales en el tema de la globalización? Los organismos internacionales deben promover el sentido de responsabilidad respecto al bien común para lograr una sociedad más equitativa en un mundo que se encamina hacia la globalización. Nunca se debe perder de vista la centralidad de la persona humana, que debe ser siempre el fundamento de todo proyecto social. Hay que construir una verdadera comunidad mundial, basada en la confianza recíproca y el mutuo respeto. El gran desafío actual consiste en construir una globalización en la solidaridad, una globalización que a nadie deje al margen.

Si el objetivo es Construir una globalización sin dejar a nadie al margen, no se podrá tolerar el que un acaudalado viva al lado de un miserable y que unos pocos despilfarren lo que los otros necesitan desesperadamente para vivir.

Es necesario crear redes globales de solidaridadde la sociedad civil, redes de organizaciones de derechos humanos, redes de medios de comunicación alternativos, redes ecuménicas de Iglesias, redes de defensa y protección del medio ambiente, redes de Bancos populares para democratizar el crédito, redes para defender el derecho a la vida y a una vida digna.

Iniciativas en el campo de la salud, de la educación, de la vivienda. El gran reto actual es el de inventar estas redes de solidaridad hacia una transformación humanizante de nuestra sociedad.

Podríamos resumir lo dicho diciendo que la nueva sociedad que soñamos y por la que luchamos desde nuestra visión cristiana del mundo y de la economía y desde una opción clara y solidaria por los más pobres, se caracteriza por las siguientes primacías:

La primacía de la vida sobre cualquier otro valor; la primacía de la persona sobre todo poder; la  primacía de la ética sobre la técnica; la primacía del trabajo sobre el capital y la primacía de la justicia sobre el orden.

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DOMINGO 26 DE MAYO

A PROPÓSITO DE UN TEMA DOLOROSO

En la reciente Asamblea Plenaria del Episcopado de Chile (13 – 17 de mayo), entre otros muchos e importantes temas de la Iglesia y de la realidad, tratamos, con la asesoría de profesionales y especialistas,  el tema de los abusos sexuales con menores de edad por parte de  algunos eclesiásticos.  Este asunto ha sido destacado en los medios de comunicación social, tanto por lo acontecido en países extranjeros como por algunos casos aislados sucedidos en Chile, que en estos momentos están en manos de la justicia.  A ella corresponde determinar la veracidad de las denuncias y las responsabilidades que procedan.  La Iglesia acogerá respetuosamente su veredicto, pero mientras tanto llama a todos, a que, como en todos caso judicial, se respete el  principio legal de que se presume la inocencia de un acusado mientras un Tribunal no declare lo contrario.

Con el Papa Juan  Pablo II señalamos “que el tipo  de abuso que ha causado esta crisis, es justamente considerado como un crimen por la sociedad” y “es también un espantoso pecado a los ojos de Dios”, y que todos debemos saber “que no hay lugar en el  sacerdocio y en la vida religiosa para quienes dañan a los jóvenes”.  Señalamos también que nos duele profundamente lo ocurrido con las víctimas y sus familiares.

Manifestamos además, que pese a las graves faltas de algunos de sus miembros la Iglesia y su obra en el mundo conserva toda su belleza, una verdad que toda crítica intelectualmente honesta reconocerá, y expresamos nuestra gratitud y nuestro reconocimiento a la inmensa mayoría de sacerdotes, diáconos, religiosas y  religiosos y personal apostólico que en medio de muchos trabajos y dificultades viven con alegría y sinceridad los sagrados compromisos contraídos ante Dios y en servicio de la comunidad.

Estos sucesos nos mueven a manifestar, con el Papa, que los Obispos estamos “totalmente comprometidos en la plenitud de la verdad católica sobre asuntos de la moral sexual”.  Por eso junto con denunciar, sin escapismos, el mal presente en nuestra Iglesia y llamar a superarlo, no debemos olvidar que esto se da en el contexto de un mundo que, equivocadamente, ha hecho de la  total libertad sexual una de las banderas de lucha de la modernidad, y  que crea un ambiente que contribuye a la pérdida del verdadero y  hermoso sentido del amor y de la sexualidad humana.

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