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COMENTARIO SEMANAL DE MONS. ALEJANDRO GOIC´ K.

Domingo 07 de julio Domingo 14 de julio
Domingo 21 de julio Domingo 28 de julio

 

DOMINGO 07 DE JULIO

EL PADRE PIO.

El 16 de junio pasado el Papa Juan Pablo II canonizó en Roma al Padre Pío de Pietrelcina(Francesco Forgione), el capuchino italiano venerado en vida, merced – entre otras cosas -, a los estigmas de la Pasión de Jesucristo que tuvo justo durante cincuenta años.

 El Padre Pío es un santo de enorme popularidad en Italia y en varias partes del mundo.  En su canonización hubo más de 400.000 personas, probablemente la mayor multitud congregada hasta ahora en la Plaza de San Pedro.  Hombre de fe y oración intensa, probado en la cruz y en el sufrimiento, confesor de miles y miles de seres humanos, impulsor de grupos de oración por todo el mundo y fundador de un gran hospital, su santidad se proyecta hoy en un fenómeno espiritual de enormes e insospechadas proporciones.  Se calcula entre siete y ocho millones de peregrinos que acuden al Santuario de San Giovanni Rotondo, donde se le venera.

El Hospital que fundó  “Casa alivio del Sufrimiento” es un grito de amor y de caridad; no es sólo un lugar donde se cura médicamente a los enfermos, sino también un centro de espiritualidad y de amor evangélico.  El Hospital es una verdadera ciudad científica y de alivio del sufrimiento, con cerca de 1300 camas y un personal médico integrado por 2500 profesionales.  Es uno de los más modernos de Italia meridional, donde, además de tratarse a los enfermos, se investiga sobre el tratamiento del dolor humano, como deseaba el Padre Pío.

En estos tiempos de crisis de todo tipo y de incoherencias, vale la pena resaltar el testimonio y la caridad heroica de hombres como el Padre Pío.  Alguien dijo que la crisis de nuestro  tiempo es una crisis de santidad.  Y es absolutamente cierto.  La única y verdadera respuesta a la crisis en todos los campos es la santidad de vida.  Un santo sigue haciendo el bien más allá de su muerte.  Porque el que vivió en coherencia con el Evangelio no puede morir.  El amor verdadero perdura más allá de la muerte.  Ello es evidente en el Padre Pío y en todos los santos.

Este es un tiempo magnífico para ser creyentes hoy.  Es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para  mostrar su verdadero rostro.  “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas  cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”( Evangelio de hoy, Mt.  11,25-30)

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DOMINGO 14 DE JULIO  


HAMBRE EN EL MUNDO

Del 10 al 14 de junio último se celebró en Roma la IIIª Cumbre Mundial de Alimentación, organizada por la Agencia para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO). Una reunión que se ha marcado como principal objetivo reducir a la mitad el número de personas desnutridas –800 millones en la actualidad- en el año 2015. Lo triste del caso es que el mismo reto se marcó en la primera Cumbre, celebrada en 1996, y a la vista están los resultados. Los países menos desarrollados presentes y muchas ONG participantes, no dudaron en calificar estas Cumbres “una pérdida de tiempo”.

Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, manifestó que “el hambre es una de las peores violaciones de la dignidad humana” y señaló que “cada día más de 800 millones de personas en el mundo, de los cuales 300 millones son niños, sufren el atroz dolor del hambre y las enfermedades y discapacidades causadas por la malnutrición. Como consecuencia, unas 24.000 personas mueren cada día”.

Hambre y pobreza están estrechamente ligadas, por ello el Secretario General de la ONU enfatizó que “el hambre perpetúa la pobreza, pues impide a la persona desarrollar sus potencialidades y la hace más vulnerable a las enfermedades. Reduce su capacidad de trabajo y de proporcionar un sustento para su familia. Este ciclo devastador se repite de generación en generación y continuará mientras no hagamos algo definitivo para romperlo”.

Uno de los participantes en la Cumbre afirmó que “con 22 céntimos de euro por persona y día se pueden salvar a cientos de miles de niños de esos 300 millones que en la actualidad están hambrientos y que jamás han pisado el aula de una escuela”. Y Jacques Diouf, Director de la FAO sentenció: “No podemos seguir el camino del egoísmo y del escepticismo si queremos dar una esperanza a los 800 millones de personas que padecen hoy hambre en el mundo”.

“La semilla cayó en tierra buena y dió fruto” se lee en el Evangelio de hoy (S. Mateo 13,1-23). ¿no deberíamos sembrar con confianza y abrir nuevos caminos  en nuestro mundo hoy? ¿no deberíamos sembrar una actitud responsable ante el consumo? ¿sembrar un servicio desinteresado a sectores de la población olvidados y marginados?; ¿sembrar una participación social y política que valore y busque realmente el bien común? ¿sembrar inquietud acerca de los verdaderos problemas de la sociedad y no adormecerla con los “Tunick” y las “Baby Vamp”?

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DOMINGO 21 DE JULIO  

LA SALUD DE LOS POBRES NO PUEDE ESPERAR

Los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile (entidad que la representa) en nuestra última sesión (9 y 10 de julio), entre otros temas, analizamos desde nuestra perspectiva de pastores, la reforma de la salud, que impulsa el Supremo Gobierno.

La salud de los chilenos es un desafío que toca a todos los sectores de la sociedad, sin exclusión, y en el que, por lo tanto, todos debemos colaborar. Como Pastores de la Iglesia, creemos que la defensa de la vida y la promoción de una calidad  de vida digna, tal como la “vida en abundancia” que nos propone Jesucristo, exigen también ocuparse de la salud de las personas y, particularmente, de la de los grupos más vulnerables.

Es un hecho que la salud es una de las áreas más sensibles de las tareas pendientes que los pobres de Chile esperan de la sociedad. Las postas, consultorios y hospitales son un espejo fiel de esta dura realidad. De ahí, que, cuanto antes nuestro sistema de salud debe dar un paso significativo para acercar los avances de la medicina y la tecnología a los pacientes que carecen de los medios necesarios y para mejorar la calidad humana de su atención.

Se dice siempre que Chile es un país solidario. Y lo es sin duda alguna, particularmente en las grandes catástrofes. Pero ya es hora de que los chilenos nos comprometamos a institucionalizar nuestra solidaridad. Debemos convertir es gesto fraterno que brota espontáneo en todos nosotros ante la desgracia, en una conducta estable  y permanente, que se refleje en las estructuras y en las bases de nuestra convivencia. Ello supone que todos debemos ceder una parte en beneficio del bien común. El propósito de mejorar la salud, concebido desde la perspectiva solidaria, se inscribe en este espíritu y exige una cuota de sacrificio de todos los chilenos y particularmente de los diversos actores directamente involucrados.

Se hace urgente tomar las decisiones pertinentes a la brevedad posible, porque la salud de los pobres no puede esperar. Y que las discusiones técnicas imprescindibles  se realicen con altura de miras y sin apasionamiento, mirando siempre el bien de Chile, porque se trata de un tema de importancia nacional que debe ser asumido más allá de las diferencias políticas.

Que Dios inspire a todos para que  la reforma de la salud sea real y efectiva y contribuya así al desarrollo del país y la real integración de todos los chilenos.

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DOMINGO 28 DE JULIO

EN CAMINO A LA UNIDAD

Uno de los anhelos más grandes de Jesucristo, el Hijo de Dios, es la unidad de todos sus discípulos. A lo largo de la historia ha habido dos grandes divisiones del cristianismo, que han dado origen a las Iglesias Ortodoxas, las Iglesias Protestantes. Junto a la Iglesia Católica constituyen las tres vertientes fundamentales del cristianismo.

La Iglesia Católica, especialmente desde el pontificado de Juan XXIII, el Papa Bueno, ha dado pasos significativos en el llamado Movimiento Ecuménico, que busca el diálogo, el encuentro de las diversas expresiones cristianas. Se ha avanzado bastante en estas décadas, aunque, sin duda alguna, aún falta mucho. Existen aún muchas heridas, prejuicios, desencuentros, que la gracia de Dios y la buena voluntad de los creyentes podrán ir superando.

Ejemplo de ello ha sido el reciente encuentro, lamentablemente poco publicitado, entre el Arzobispo de Canterbury y el Presidente de la Comunión Anglicana y el Papa Juan Pablo II. El Arzobispo de George Carey el 21 de junio último visitó en el Vaticano al Papa y en el saludo le manifestó que se ha producido entre nosotros “una creciente cercanía, un mutuo afecto y respeto entre nuestras Iglesias que se ha reflejado en una profunda amistad”.

El Papa, a su vez, se alegraba al constatar que el diálogo entre anglicanos y católicos ha dado pie a la creación de una nueva Comisión Anglicano-Católica para la Unidad y la Misión, afirmando a renglón seguido que “ cuando reflexionamos sobre los peligros y desafíos que afronta el mundo en el momento presente, no podemos no sentir la necesidad de trabajar codo con codo en la promoción de la paz y la justicia”.

Son pasos magníficos que deberán seguir creciendo. En un mundo dividido por miles de circunstancias, los cristianos estamos llamados a dar signos de unidad concreta, de respeto mutuo, de colaboración generosa en promover la paz, la justicia, la dignificación de los más pobres. ¡Es tanto lo que nos une!: la fe en la Santísima Trinidad, la salvación de todos los hombres realizada por Jesucristo, a través de su muerte y resurrección, el llamado a todos a participar de la vida eterna en la unión con Dios. Son las verdades fundamentales de la fe cristiana. El diálogo sincero, el aprecio mutuo, el reconocimiento de los propios errores y por sobre todo la oración ferviente, son los grandes medios del movimiento ecuménico para cumplir el mandato divino: “que todos sean uno” (Jn 17,21)

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