volver Orientaciones Pastorales 2002-2005 Mons. Alejandro Goic´ volver
4.- TAREA FUNDAMENTAL Y ESENCIAL EN NUESTRO PROYECTO PASTORAL DIOCESANO: LA FORMACIÓN DE PERSONAS
“Siempre la Iglesia ha necesitado de cristianos que sepan dar razón de su fe y de su esperanza. Y en la hora actual, esto es mucho más apremiante frente a tantas ofertas y relativismos de todo tipo que solicitan la voluntad y la inteligencia de los seres humanos”.
“Creyentes que conozcan y amen a Cristo. Creyentes que procuran vivir el Evangelio y sientan la urgencia de anunciar lo que han visto y oído”.
“Hemos ido avanzando en los procesos de formación permanente. Hemos de continuar en ese camino con decisión y perseverancia. En cualquier sector de la pastoral que nos encontremos tenemos que tener esa honda inquietud de formar cristianos convencidos y convincentes”[1].
Hoy, en esta nueva etapa de nuestra vida y de nuestra iglesia, debemos insistir en esta tarea esencial de la formación de personas como primera tarea de sacerdotes, religiosas, diáconos y laicos con compromiso pastoral.
Somos discípulos de Cristo.
Somos testigos de la vida.
Nuestras comunidades deben realizar gestos concretos, gestos que hagan creíble el Mensaje que transmitimos; que hoy anuncien la llegada del reino.
Para evangelizar - tarea de la iglesia - no podemos separar el anuncio del testimonio. ¿Dios se reveló a su pueblo con obras y palabras?; ¿no es con obras y palabras como Jesús nos reveló al Padre?. Las palabras y los gestos se tienen que corresponder entre sí. No bastan los gestos que muchas veces se mantienen en la ambigüedad de la interpretación, no bastan las palabras que llevan a un anuncio desencarnado.
El
Señor nos llama a ser una Iglesia sencilla, cercana, libre y generadora de
libertad, que sirve y no busca ser servida, una Iglesia que por encima de todo
vive el amor[2].
En esto se nos conocerá: ¿no es acaso el signo de reconocimiento de los
discípulos de Cristo?[3],
¿no es éste el único lenguaje que todos comprenderán?, ¿no es la ley
fundamental de la perfección humana y de la transformación del mundo?[4].
Todo esto:
Ser en Cristo.
Ser testigos de la vida.
Crear comunidades creíbles, presenta el reto de la
formación. No podemos descansar,
conformarnos con lo que aprendimos hace tiempo.
Tenemos el derecho y el deber de la formación, de una formación humana y cristiana, que tenga en cuenta todas las dimensiones de la persona y toque sus campos de vida y misión; que lleve a acoger nuestro momento histórico, éste que nos toca vivir, como el momento favorable.
Tenemos que acentuar una formación:
· Que ayude a un verdadero encuentro con Jesucristo que transforme radicalmente la existencia,
· Que despierte a la responsabilidad social.
· Que favorezca el crecimiento en la vida espiritual y el compromiso de la misión.
· Que cuide los conocimientos y las actitudes.
Es la hora de formar cristianos maduros, responsables, preparados, despiertos, atentos, críticos en su encuentro con la sociedad, capaces de amar y entregarse para que puedan responder a las exigencias de su vocación y de su misión.
Algunas concreciones:
4.1.- ¿Quiénes deben ser preferentemente formados?
· Sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas (jornadas de formación - retiros - lecturas, homilías, etc.).
· Los hermanos, que colaboran en las diversas tareas pastorales:
· Integrantes de los diversos Consejos.
· Animadores de comunidades y de la vida celebrativa.
· Todos los catequistas.
· Asesores de las diversas pastorales (jóvenes, familia, niños, pastoral social, etc.).
· Los hermanos laicos con compromiso en las realidades temporales y en las diversas organizaciones de la sociedad (en la política, en los sindicatos, junta de vecinos, organizaciones sociales y deportivas, etc.).
4.2 ¿Quiénes deben ser los formadores?
Tarea prioritaria y fundamental de los consagrados (sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas) y laicos adecuadamente preparados (unos y otros con conocimientos y actitudes cristianas).
4.3.- ¿Dónde deben ser formados?
· Propuestas formativas a nivel diocesano (servicios de la Vicaría Pastoral y los Organismos Diocesanos).
· Propuestas formativas a nivel decanal.
· Fundamentalmente en cada unidad eclesial (parroquia, comunidad, movimiento, colegio, etc.).
· Por iniciativa propia (lecturas, participación en instancias formativas, etc.).
[1]
Mons. A. Goic K., Carta
Pastoral, Marzo 1997
[2] 1
Cor.13
[3] Jn.
, 12ss
[4] G.
S., 38