TE DEUM(19.09.2000)
VIVIR EN EL ESPIRITU DE JESUS
Y DE LAS BIENAVENTURANZAS
Textos bíblicos: Ef 4,22 - 32
Mt 5, 1 - 12
Chile, nuestra amada Patria, vive intensamente los días de su nacimiento, como nación libre y soberana. Las Fiestas Patrias son un momento de alegría. Desde los orígenes de Chile la fe cristiana nutrió su alma. La fe se entrelaza con la historia e idiosincrasia de nuestro pueblo. El Evangelio de Cristo iluminó y orientó la vida personal y social del hombre de nuestra tierra. En el Evangelio, el hombre y la mujer de Chile descubrió a Dios, no como una mera fuerza abstracta y lejana, sino como un Padre que en la persona de su Hijo Jesucristo se unió al hombre y entró en comunión de vida con Él haciéndolo un Hijo de Dios.
En la Palabra de Dios recién proclamada, también nosotros hoy, como nuestros antepasados ayer, queremos reconocer su fuerza inspiradora para vivir y servir al bien de Chile. "Dejen que su mente se haga más espiritual, para que tengan nueva vida y revístanse del hombre nuevo. Este es el que Dios creó a su semejanza, dándole la justicia y la santidad que proceden de Dios" (Ef, 4, 23). El llamado es, pues, a revestirse de la novedad de vida que viene de Dios y que encuentra en las bienaventuranzas la plenitud de esa novedad.
¿Por dónde va esa novedad? ¿Cuál es la vida nueva que aporta Jesucristo, Señor de la Historia?
En Jesucristo y en su mensaje de las bienaventuranzas, que escuchamos en esta celebración, encontramos razones profundas, valederas y permanentes para vivir en una sociedad marcada por el cambio y la innovación y en que el comportamiento de muchos tiende a desvalorizar la verdad objetiva, las normas que regulan el comportamiento personal y social, eludiendo compromisos estables en nombre de una libertad sin responsabilidad.
El espíritu del Evangelio nos recuerda el valor sagrado de la vida y de cada persona humana: desde el primer instante de su concepción hasta el último de su existencia natural en el tiempo, la vida humana, toda vida humana es sagrada.
El ser humano tiene derechos y deberes que le son consustanciales, inviolables, irrenunciables. "El ser humano - nos dice el Papa - es siempre un sujeto, nunca un objeto; siempre un fin, nunca un medio; siempre una meta, jamás una etapa". Todo atentado a la vida, de cualquier naturaleza, ofende a la dignidad humana. ¡Cuánto nos alegra, que en la reciente sesión de junio de este año de las Naciones Unidas acerca de la mujer, una alta autoridad de Chile, señalara "el compromiso de Chile con la vida, contrario al aborto". Signo elocuente de esta sacralidad de la vida es la conciencia cada vez mayor que "hay poderosas razones para pensar que la sociedad puede usar medios incruentos para defender y proteger del agresor la seguridad de las personas" (C.P. 26/VII/2.000).
Vivir en el espíritu de Jesús, es trabajar, pues con todas las fuerzas de la existencia por la dignificación de la vida. Seguir construyendo Chile implica defender siempre la sagrada dignidad humana. "Profesamos que todo hombre y toda mujer por más insignificantes que parezcan, tienen en si una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben respetar sin condiciones; que toda vida humana merece por sí misma, en cualquier circunstancia su dignificación" (Puebla 317).
Unido a este compromiso por la vida está la urgencia de fortalecer la familia. ¡El futuro de la humanidad, el futuro de Chile se fragua en la familia! La Patria, nuestra patria, será lo que sean sus familias. El principal esfuerzo de toda la sociedad chilena es velar por el fortalecimiento de la familia, tanto de la institución familiar como también de la vida y de la misión de las familias. La tarea primaria del Estado es ofrecer los medios que ayuden a la familia a consolidarse y a cumplir con su misión. Es decir, a que ella sea unida y estable, próspera y feliz; a que sus miembros sean fieles a los compromisos contraídos; a que el hogar sea centro de transmisión de los valores más nobles de nuestra cultura y a un lugar en el que se ayude a superar tensiones, sufrimientos y problemas, gracias a la calidad de las relaciones entre las personas que forman parte de él, y gracias a su confianza en Dios; y que sea también una escuela de ciudadanos que saben poner sus talentos, con espíritu constructivo al servicio del bien común, y atentos a los más débiles. Y en ese contexto de fortalecer la familia, deberá ocuparse de las situaciones que tienen su origen en las nulidades, separaciones y rupturas matrimoniales.
Vivir en el espíritu de Jesús y de las bienaventuranzas desafía a la comunidad nacional, a nuestra comunidad osornina, al servicio de la unidad de nuestro pueblo. "Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios" nos dice Jesucristo.
La división entre los chilenos sigue siendo un problema central que no podemos eludir. Lo acontecido en nuestra historia reciente y sus secuelas de odios, rencores, intolerancias y violencias no nos permiten avanzar. No podemos acallar nuestra conciencia, ni ocultar lo que vivimos.
En este año jubilar, en que recordamos los dos mil años de la venida del Redentor de los hombres, en sus enseñanzas y en su ejemplo, quisiéramos encontrar los principios y las luces para proyectar el nuevo milenio. ¡Somos un pueblo que cree en Él, somos un pueblo que confiesa su nombre y su Evangelio!
Él nos enseñó a mirar a los otros seres humanos como hermanos. ¡ Aunque piensen diferente, aunque estén en bandos diversos! Él nos enseñó a romper la lógica que hace al hombre enemigo del hombre. Esa lógica no se rompe ni hay vida civilizada sin la capacidad de perdonar y de pedir humildemente perdón. ¡ Nadie, absolutamente nadie puede negarse a pedir perdón y a ofrecer su perdón! En la ruptura de la unidad de Chile todos, en mayor o menos medida, hemos pecado. Todos, sin excepción. Reconocerlo es un acto de grandeza, de humildad en la verdad. ¡ Es tan claro el Evangelio! "Cuando presentes una ofrenda al altar, si recuerdas allí que tu hermano tiene alguna queja en contra tuya, deja ahí tu ofrenda ante el altar, anda primero a hacer las paces con tu hermano y entonces vuelve a presentarla" (Mt, 5,23)
No se puede convivir civilizadamente si uno vive buscando las culpas de los otros y buscando responsabilidades en el bando opuesto. Jesucristo nos invitó a no mirar la paja en el ojo ajeno dejando pasar la viga que oscurece nuestra mirada. Solo la verdadera humildad que trasunta verdad, nos permitirá romper el círculo que nos encierra. ¡Qué maravilloso ejemplo nos ha dado Juan Pablo II al reconocer los pecados de la Iglesia y de sus hijos! La Iglesia ha salido enaltecida después de ese gesto de humildad y de verdad. Ninguna persona, ninguna institución se humilla al pedir perdón. Al contrario: se engrandece, se fortalece, crece.
Si divinizamos personas, instituciones o corrientes de pensamiento, sin reconocer sus faltas y errores; o si demonizamos a los adversarios achacándoles a ellos todas las faltas y errores, se nos hará imposible franquear los abismos. En esta actitud de amor verdadero, hacemos una vez más el llamado, a quienes posean información acerca de los detenidos desaparecidos, a darla a conocer, para sanar una de las heridas más dolorosas de la historia reciente de Chile.
Si no hay muestras reales de mutuo arrepentimiento y si no creamos la confianza para creer en ese arrepentimiento, seguiremos temiéndonos, y quedaremos encerrados en el pasado.
Vivir en el espíritu de Jesús y de las bienaventuranzas es trabajar incansablemente para que todos los chilenos puedan participar de los bienes de este mundo.
Alienta y entusiasma la generosidad de miles de jóvenes de todo Chile, entre los cuales centenares de Osorno y también hombres de empresa, que se han dejado conmover por la pobreza de sus hermanos y que han trabajado y trabajan por una solución provisoria de un techo más digno para centenares de familias. Han percibido un problema urgente. Han puesto nuevamente en el tapete el tema de la justicia social. Allí brilla una esperanza. El contacto con los pobres reales abre caminos nuevos de solidaridad. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo? Juan Pablo II dijo en su histórica visita a Chile: "Mi llamado, pues, toma la forma de un imperativo moral:
¡ sean solidarios por encima de todo! La solidaridad, como actitud de fondo, implica en las decisiones económicas, sentir la pobreza ajena como propia, hacer carne de uno mismo la miseria de los marginados y, a la vista de ello, actuar con rigurosa coherencia". Este es uno de los grandes desafíos de la hora presente. Construir una economía solidaria, globalizar la solidaridad.
El venerado Padre Alberto Hurtado decía en su época, y ¡hoy conserva toda su validez! : " el enfoque liberal de la economía ha resultado desastroso en la vida real. Consistió en subordinar al hombre a la riqueza, y el consumo a la producción. La filosofía cristiana, en cambio insiste en que toda producción y ganancia, que no conduzca al bien del hombre, no sólo es un desperdicio, sino que positivamente es un mal. El hombre es infinitamente más precioso que la riqueza... y añadía: "el capital tiene sus derechos, pero mayores lo tiene el hombre y su familia: esto es el primer principio de toda sociología humana. Y terminaba: " una sociedad que no respeta al débil contra el fuerte; al trabajador contra el especulador; que no puede reajustarse constantemente para repartir las utilidades y el trabajo entre todos, que no permite al hombre corriente una vida moral, tal sociedad está en pecado mortal".
¡ He ahí la palabra de un cristiano que vivió el espíritu de las bienaventuranzas! ¡ He ahí la palabra de uno de los mejores chilenos de nuestra historia! ¡Qué Dios nos ayude a ponerla en práctica! Y a construir la Patria para todos sin exclusiones. La sociedad chilena debe hacer también un esfuerzo de diálogo y de crear las condiciones sociales, económicas y culturales para que el pueblo mapuche y otras etnias que forman nuestra nación puedan conservar su identidad, vivir con dignidad y contribuir con su existencia al conjunto del país.
Uno de los pilares fundamentales para construir la Patria es la calidad de la educación de todos sus hijos. Es necesario hacer todos los esfuerzos para que la reforma educacional pueda verdaderamente terminar con la falta de calidad y con las diferencias injustas que atraviesan el sistema educacional chileno.
Son grandes los desafíos que nos plantea nuestra realidad. Los héroes de la Patria, que con venerada memoria recordamos estos días, fueron generosos en afrontar y enfrentar la construcción de Chile en sus inicios. Y así, a lo largo de toda su Historia, Chile se fue haciendo con lo mejor de sus hijos. Hoy nos toca a nosotros. La máxima Autoridad de la República nos invita ya desde ahora a preparar el Chile del 2010. A celebrar el bicentenario con renovada fe. Queremos pedir a Dios que nos regale su Gracia, para vivir un Chile fraterno y solidario, unido y respetuoso de su diversidad. Un Chile que se construya en la justicia y en el amor. Como decía don Manuel Larraín (1942), chileno excepcional y obispo de la Iglesia: "Yo sueño en un Chile de las manos unidas donde en un gesto fraterno se cantará a una sola voz el himno de la verdadera fraternidad". Que el Señor Jesucristo, Señor de la historia y redentor de los Hombres y su Madre Santísima nos ayuden a ello.
Sí, el Chile de las manos unidas.
el Chile de todos,
el Chile de civiles y uniformados.
el Chile solidario con los pobres y débiles.
el Chile digno y justo para todos.
el Chile que sea verdaderamente copia feliz del Edén.
Que así sea.
+ Alejandro Goic´ Karmelic´